Puertas de Bondad

Índice

  • NOTA DEL AUTOR
  • Prólogo por Samuel Dayán
  • Capítulo 1: EL RETRASO EN SU VENIDA
    • 1.1 Cercano y a la vez lejano
    • 1.2 Un tiempo de tribulación
    • 1.3 La señal de la Pascua
    • 1.4 La segunda Pascua
    • 1.5 Las causas de Su tardanza
    • 1.6 La mies y los frutos
    • 1.7 A causa de la estación
    • 1.8 La fiesta de Sukot
    • 1.9 El pronombre
    • 1.10 La ofrenda del Ómer
    • 1.11 La señal de la roca
    • Notas
  • Capítulo 2: LA VOZ DEL PASTOR
    • 2.1 El Pastor de Israel
    • 2.2 El grupo galileo
    • 2.3 El sector Helenista
    • 2.4 Pablo de Tarso
    • 2.5 Las primeras conclusiones
    • 2.6 Apéndice: El exilio del Mesías
    • Notas
  • Capítulo 3: EL DESCENSO DEL MESÍAS
    • 3.1 La creación de Adam
    • 3.2 La Yod de Yeshúa
    • 3.3 La Shin de Yeshúa
    • 3.4 La Vav de Yeshúa
    • 3.5 La Áyin de Yeshúa
    • 3.6 Apéndice: una interpretación alegórica
    • Notas
  • ORACIÓN

Prólogo

Por Samuel Dayán

“Pues sobre los profetas a veces mora el Espíritu Santo y a veces no. Pero (de) los sabios no se aparta el Espíritu Santo ni por un instante y saben lo que sucede en lo Alto y en lo bajo y (si no lo dicen es porque) no quieren revelarlo”.

Zohar Shemot 6b

Generación va y generación viene, grandes rabinos parten de este mundo y otros ocupan su lugar, escuchamos responsa tras responsa sobre la reconstrucción del Templo Sagrado y la inminente Redención pero, al menos en apariencia, todo permanece inalterable, como afirmaron los sabios: “El exilio se prolonga y el Hijo de David todavía no ha llegado”.

¿Dónde se encuentra el Mesías? ¿Hasta cuándo podrá Israel esperar con “fe completa” Su venida? Estas (y algunas más) son preguntas legítimas que salen a nuestro paso al observar con inquietud como el mundo se seculariza a marchas forzadas, caminando en pos de una deriva no buena, dejando cada vez más atrás los valores recibidos en el Monte Sinaí para abandonarse a sí mismo en la mediocridad y el descreimiento.

Aunque el establecimiento de la Era Mesiánica “permanece oculto y sellado en el tesoro de Dios”, la dureza del exilio nos hace plantearnos con preocupación. ¿Qué podríamos hacer nosotros para mejorar las actuales circunstancias?

Como el autor bien conoce, siempre he sido reticente a la difusión de enseñanzas relacionadas con la Kabalá más allá de un restringido círculo de alumnos, pues ésta ha sido la forma en como la ancestral “sabiduría oculta” se ha transmitido en el seno de Israel a lo largo del tiempo: Siguiendo canales estrictos de santidad y observancia, pues “impartir aun una pequeña letra a la persona incorrecta es como destruir el mundo” lo que podría asemejarse (Dios no lo permita) a “presentar ofrendas a los seirim”.

Por otra parte, aplicar las enseñanzas de los sabios a la exégesis del “Nuevo Pacto” tropezará siempre con el molesto escollo de la lengua griega en la que fue escrito.

Dicho lo cual, nos resulta muy difícil permanecer ajenos a la hermosa iniciativa de utilizar (y proporcionar) herramientas “kasher” para desgranar los “Escritos Apostólicos” y poder así acercarnos a unas líneas maestras ya trazadas por los sabios de Israel, intentando así “limpiar las enseñanzas procedentes de esas klipot de la mixtura de gente y de esas malas preguntas que no tienen respuesta ni solución”, cumpliendo con lo dicho: “Abre tu boca para que tus palabras puedan expandir luz”.

En un mundo globalizado donde es posible acceder a un caudal ingente de información que puede llevar entremezclado cosas buenas con otras del todo inapropiadas, pienso que la publicación de estos trabajos puede ser, en muchos sentidos, adelantar el “remedio” a la “enfermedad”.

Cuando Isaac me pidió que escribiese un prólogo para su nuevo libro, lo primero que le pregunté fue el título; “Puertas de Bondad”, fue la respuesta, esas mismas que pedimos a HaShem que nos abra al iniciar cada nueva semana.

Sea la voluntad del Santo, Bendito sea, que de la misma forma que demandamos del Cielo “puertas de bondad” para los seis días comunes, que Dios abra para nosotros y para todo Israel “Sha’aré Tobá” en medio de este interminable exilio, y que apresure la Redención, sea pronto y en nuestros días. Amén

SamuelDayan

11 Shevat 5776   
Parashat Beshalaj

Extracto de capítulo 3

3.2 LA YOD DE YESHÚA

“Todo el secreto del Nombre Sagrado  está con la letra yod”

Zohar Tetsavé 180a

Tuvimos ocasión de ver como el poder directivo de Dios (HXGwH hashgajá) descendía a través de unos canales determinados hasta llegar al hombre. Ahora tendremos ocasión de volver sobre el tema centrándonos en el nombre “EWwY Yeshúa”.

Los principios espirituales vendrían a ser los mismos, y cada uno de ellos vendría a aportarnos diferentes matices sobre la naturaleza del Mesías y Su labor mediadora.

Para comenzar debemos reseñar que dicho nombre va más allá del simple apelativo para convertirse en una expresión de atributos, como versa: “Y con yelmo de salvación (HEWwY yeshuá) sobre su cabeza (Salmos/Tehilim 48:2). Pues yeshuah comparte la raíz con EwYW vayishá que es el verbo en la frase (Génesis/Bereshit 4:4): Y Dios miró con favor (vayishá) hacia Hével y hacia su ofrenda” (Iguéret Hakódesh 3). Así pues, a través de este nombre, nos acercamos ya desde el principio a la misma esencia de la expiación obtenida a través de la ofrenda de un sacrificio a Dios pues EwYW vayisha es EWwY yeshua.

guah      gahu
 Yeshúa                     Vayishá

Su primera letra (la ë Yod) es llamada por los sabios “la mano del Eterno”. Dicha metáfora es usada también en referencia a la primera H He (derecha) del Tetragrama. Como se dijo, esto haría referencia al valor numérico de dicha letra que es cinco, en coincidencia con los dedos de la mano. De hecho, los comentaristas nos señalan que, en un contexto espiritual, cuando aparece un número cinco (por ejemplo, los cinco libros de Moisés) este actúa como una derivación conceptual de los cinco Partsufim (véase Ets Jayim 42:1), como se hablará más adelante.

Si usamos esta misma figura para la letra ÂWë yod, es porque el significado de su nombre es  precisamente “mano” (Âë yad). Su valor numérico diez lo relacionaría con las TWÿÄAÄ HÿsE Asará Ma’amarot: las diez declaraciones creativas “ìYHî-A ÿÄAYà vayomer Elokim” (y dijo Elokim) que aparecen en el primer capítulo del Génesis (véase Séfer Habajhir 118), lo cual nos acercaría a realidades espirituales muy elevadas al nivel de ÿÜk Kéter-corona y HÄKç Jojmá-sabiduría.

Veamos ahora un versículo del libro de Job que ha sido citado profusamente por los sabios, como versa: “Y (aún) desde mi carne (YÿsB basarí) veré a Dios” (ídem 19:26). Esta afirmación del personaje bíblico vendría a expresar su deseo de cercanía con el Creador, planteándose la posibilidad de un alto grado de apego (TWQBD debekut) estando aún en este mundo. Es muy significativo que esta afirmación vaya precedida de la conocida declaración mesiánica: “Yo sé que mi Redentor (YLAG Goalí) vive (YX jai)”, pues ambos son apelativos del Mesías, el cual es llamado “OYMLWEH YX Jai Haolamim” (vida de los mundos) en relación a la midah o atributo de âàæë Yesod-fundamento, como se declara: “Vida de los mundos, vive en el mundo inferior y en el superior” (Zohar Toledot 135b). Y también “Redentor”, como versa: “Vendrá a Sión Redentor (LAG Goel) (Isaías/Yeshayá 59:20).

Veamos con más detenimiento la expresión “mi carne” (YRsB basarí), la cual puede ser leída como “basar” y una letra yod.

h rac
BasarYod

Como se dijo, los Escritos aluden al misterio de la venida al mundo del Mesías mediante la afirmación: “Y la Palabra (RBDH Hadavar) se hizo carne (RsB basar)” (Juan/Yojanán 1:14). ¿Cómo algo tan etéreo e insustancial como “el verbo” pueda devenir en materia sólida? Según enseñan los sabios, la sola voluntad (IWCR ratsón) creadora de Dios ya constituye en sí misma la raíz de toda la realidad material y absolutamente todo lo que después tendría su lugar en el plano sensible asumió una existencia previa en el pensamiento divino. Que desde “Basaryod veré a Dios” describe, a tenor de los comentaristas, como A”A Arij Anpín (simbolizado por la punta superior o kots JWQ de la yod) proyectaría las luces de TàLYCA Atsilut que se irían revistiendo progresivamente en los demás partsufim, comenzando por ABA Aba (que se correspondería con el resto de la yod), y así sucesivamente.

Letra Yod

Los partsufim serían los siguientes:

A”A Arij Anpín: ÿÜk Kéter-corona (punta de la Y yod).
ABA Aba: HÄKç Jojmá-sabiduría (cara de la Y yod).
AÄA Ima: HNYB Biná-entendimiento (primera H he).
A”å Zeir Anpín: âæç Jésed-gracia, HÿàBG Guevurá-rigor,
    ÜÿAöÜ Tiféret-belleza, çÛN Nétsaj-victoria, âàH Hod
  Esplendor y âàæë Yesod-fundamento (letra à vav).
vHBÙN Nukva: ÜàïîÄ Maljut-reino (segunda H he).

Todo ello nos vendría a insinuar maravillosos misterios de la venida del Mesías, Quien vino para ser “la Luz del mundo”, pues la letra yod nos retrotrae al Mesías antes de revestirse con un ropaje (wàBî lebush) humano (ÿsB basar), como se declara: “Y tú lo herirás en el talón (Génesis/Bereshit 3:15). Esta piedra (el Mesías), que es la Y yod de Jacob (BQEY Ya’akob), como fue dicho sobre esto: «De allí, del Pastor (HEÿ roé), la piedra (IBA eben) de Israel» (Zohar Bereshit 24a).

Una vez terminada Su labor, el Mesías debía ser ocultado por un tiempo en los Cielos, por lo que dicha yod volvió a ser elevada. Esta letra sería ahora la señal física pero también espiritual en Sus manos perforadas en el madero, por eso “desde la carne”, esto es, el Mesías resucitado y glorificado; con una yod (Las marcas que subieron con Él al Cielo) “veré a Dios”, esto es, se sentará a la Diestra, como fue dicho: “Siéntate aquí a Mi diestra” (Salmos/Tehilim 110:1).

Al comienzo del capítulo, hablamos de los tres verbos asociados a la creación del primer hombre. Hay un versículo, a nuestro juicio muy significativo, en el que aparecen juntos, como versa: “Todo (Lk kol) el que es llamado por Mi nombre (ëÄwB bishmí) y para Mi gloria (ëDàBïLB velijbodí) lo creé (àëTAÿB berativ), lo formé (àëTÿCë yetsartiv), también lo hice (àëÜYsÆ asitiv)” (Isaías/Yeshayá 43:7, citado en Séfer Habahir 78). Lo primero que nos llama la atención es el sujeto de la oración: Lk kol (todo). Esto haría referencia al ÙYâÛ Tsadik, pues “Kol” es uno de los nombres que recibe la sefirá de âàæë Yesod-fundamento (véase 1 Crónicas/Divré Hayamim 29:11). Esto lo vincularía al Mesías en Su acepción de Y”BÄ Mashíaj ben Yosef, mientras que “Para Mi gloria” (ëDàBïLB velijbodí) se relacionaría con ÜàïîÄ Maljut-reino, en sintonía con el â”BÄ Mashíaj ben David. Además, la expresión “por Mi nombre” (ëÄwB bishmí), puede ser leída como: “Por medio de” (B be) “el nombre” (ìw shem) de la ë Yod”.

h oa c
Beshem Yod

A su vez, la palabra shem podemos interpretarla como el acróstico de ìw Shem (nombre) y çYwÄ (Mashíaj): “El Nombre del Mesías”.

jhan oa
Shem Mashíaj

Tomado en su conjunto, podemos ver aquí insinuada la labor del Mesías sufriente (Y”BM Mashíaj ben Yosef, simbolizado por la palabra “Lk kol” en referencia a Yesod-fundamento) como requisito previo para la manifestación del D”BM Mashíaj ben David, (simbolizado por la expresión “Mi gloria” en relación a Maljut-reino).

¿Y que sería el “nombre de la Y yod? Dicha letra haría referencia a HÄKç Jojmá-sabiduría, y vendría a expresar la labor mediadora del Mesías como “ben Yosef” para acercar Jojmá-sabiduría al mundo sensible, simbolizado por ÜàKîÄ Maljut-reino, como condición previa al reinado del Mesías en Su acepción “ben David”. Yeshúa hizo alusión a este misterio al afirmar: “Porque he descendido del Cielo (en relación a A”Z Zeir Anpín), no para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que Me envió. Y esta es la voluntad del Padre (en correspondencia a ABA aba que es Jojmá-sabiduría)” (Juan/Yojanám 6:38 y 39).

En este contexto, los tres verbos mencionados, vendrían a describir la venida al mundo del Mesías, aludiendo cada uno de ellos a un nivel distinto de revelación, por ejemplo, “lo creé” (àëTAÿB berativ), apuntaría al más elevado nivel de percepción que podríamos tener del Mesías, relacionado con HNYB Biná-entendimiento. Recordemos que cuando la Torá usa este verbo en relación a Adam, dicho personaje representa la imagen de Dios, como versa: “Y creó (AÿBYà vayib’rá) Dios (Elokim) al hombre a Su imagen, a Imagen de Dios lo creó” (Génesis/Bereshit 1:27). Además, la expresión àëTAÿB berativ es en sí misma un compendio de atributos mesiánicos, como ya se dijo:

uh Tt rc
Bar Et Yo

Este nivel vendría a presentarnos a un Mesías que es “La imagen (ìLC Tsélem) del Dios (OYHL-A Elokim) invisible, el Primogénito (ŸWïB Bejor) de toda (Lk kol) creación (AÿBÉ nibrá)” (Colosenses 1:15). Esta enseñanza de los Escritos sobre la naturaleza del Mesías, haría también referencia a uno de los nombres mencionados en el citado versículo de Isaías 43:7, (Lk kol), pues “Elokim”, esto es, los atributos divinos inherentes a Biná-entendimiento, se revelarían a nivel de A”Z Zeir Anpin, llamado “primogénito” (ŸWïB Bejor) y “todo” Lk kol.

Así pues, el verbo “AÿB bará” (crear) vincula al Mesías a la “imagen de Elokim”, apelativo asociado con el atributo de juicio, como versa: “El juicio es de Elokim(Deuteronomio/Devarim 1:17). Dicho Nombre está ligado a HNYB Biná-entendimiento, como fue dicho: “Biná está asociado a (el Nombre) Elokim de forma específica” (Sha’aré Orá 80a) siendo esta sefirá la raíz de HÿàBG Guevurá-rigor. Sin embargo, Biná pertenece a un nivel superior, a los llamados ÅëçàÄ Mojín o mentalidades. A tan altas cotas de espiritualidad, aun no podríamos hablar de una diferenciación propiamente dicha en el poder directivo de Dios (HXGwH hashgajá), más bien lo definiríamos como una expresión de bondad absoluta. Esta idea es recogida en el servicio de oraciones bajo la fórmula “IWCÿ ëäë Yehí ratsón” (sea Tu voluntad), pues al nivel de los Mojín (ÿÜk Kéter-corona, HÄKç Jojmá-sabiduría y HNYB Biná-entendimiento) solo apelaríamos a la infinita generosidad de la gracia divina, con independencia de nuestros propios méritos, como versa (Éxodo/Shemot 33:19): “Y tendré misericordia de quien tenga misericordia y Me compadeceré de quien Me compadezca, aunque no lo merezca(Berajot 7a). Al respecto dijeron los sabios: “Hay un jésed y hay un jésed. Está el OLWE DSX Jésed Olam (gracia del mundo) […] y hay una forma superior (HALYE ila’á), esto es, DSX BR Rab Jésed(Zohar Pinjás 133b). Pues la primera forma de gracia se manifestaría a nivel de las TWDM midot mientras que la segunda lo haría a través de los ÅëçàÄ mojin.

Como se dijo, La segunda forma verbal: “Lo formé” (àëTÿCë yetsartiv), haría alusión al HÿYCY OLWE Olam Yetsirá (Mundo de la formación), también llamado “el mundo del Trono”. A este nivel podríamos relacionar conceptualmente la acción mediadora del Mesías con las seis sefirot del A”å Zeir Anpín (como veremos a continuación al hablar de la letra à vav del Nombre “Yeshúa”) pues éstas reciben las luces de Biná-entendimiento que se revestirían en ellas.

Volviendo al paralelismo entre la venida al mundo del Mesías y la creación del primer hombre, la Torá nos declara: “Y formó (ÿCëëà vayitser) el Eterno Dios al hombre del polvo de la tierra” (Génesis/Bereshit 2:7). Esta última frase: “El polvo de la tierra”, nos induce a incluir necesariamente elementos “de los mundos de abajo” en el nivel formación (ÿCë yatsar) asociado con la venida del Mesías. La palabra usada para polvo es ÿöE afar, que también puede ser leída como ÿöE ófer (cervatillo). Dicha expresión es usada en las Escrituras como figura simbólica de la äÉëïw Shejiná o presencia divina (véase Cantares/Shir Hashirim 2:9). Que este nivel se halle relacionado con elementos de naturaleza material (polvo de la tierra) aludiría al Mesías hecho hombre, y esto unido a elementos de naturaleza puramente espiritual (Shejiná), nos lleva a reflexionar sobre la más oculta declaración de todos los escritos de los apóstoles, como versa: “(ven y) mira: Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y llamaras Su nombre Yeshúa […] El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra” (Lucas/Nakai 1:31 y 35). Ambas expresiones juntas: “Altísimo” (IWëLE Elión) y “sombra” (ìLÛ tsélem / tsel), nos retrotraen a lo dicho por el salmista: “(Tú) que habitas al abrigo del Altísimo (IWëLE Elión) y moras a la sombra ( tsel) del ëDw Shadai(Salmos/Tehilim 91:1). Su evidente paralelismo nos llevaría a reflexionar sobre las implicaciones mesiánicas de este salmo de Moisés.

IWëLE Elión: Haría referencia a ÿÜï Kéter-corona, que es llamada IWëLE ÿÜï Kéter Elión (véase Sha’aré Orá).
Tsel: Aludiría a HNYB Biná-entendimiento pues, como se dijo, en la creación del primer hombre, estableceríamos un vínculo entre el vocablo tsel (imagen) y HNYB Biná-entendimiento a través del verbo “AÿB bará”, como se declara (Génesis/Bereshit 1:27): “Y creó (AÿBëW vayibrá) Elokim a Adam a Su imagen (B betsalmó)”.
ëDw: Shadai se relacionaría con âàæë Yesod-fundamento, que es el “Pacto” (ÜëÿB Brit) y el ùëâû Tsadik, lo que vincularía este Nombre con Mesías en Su acepción Y”BM ben Yosef. Resulta significativo que dicha sefirá también se asocie al Nombre ìëëç ìëHL-A Elokim Jayim (Dios viviente), lo que nos plantearía una dicotomía de atributos mesiánicos, siendo Shadai (entre ambos) el que más próximo a los aspectos terrenales del Mesías hecho hombre, pues fue dicho: “Me aparecí a Abraham Isaac y Jacob como El Shadai(Éxodo/Shemot 6:3).

Los Sabios nos enseñan que Dios se halla muy por encima de Sus atributos, los cuales son ilustrados conceptualmente a través de las sefirot. Por eso, cuando en la Biblia es mencionada alguna cualidad divina (gracia, justicia etc.) debemos pensar siempre a nivel de las sefirot y no de Dios Mismo. En este sentido, las sefirot actuarían (siguiendo en el terreno conceptual) como un “sistema mediador” susceptible de transmitir la voluntad divina y también de manifestar Su presencia. Este mecanismo de “mediación” sería capaz de revelar un nivel de divinidad mucho más próximo al mundo sensible. En contrapartida, por muy alto que pudiésemos ascender hacia los mundos espirituales, solo podríamos movernos dentro del ámbito de estas diez sefirot y nunca llegar a Dios Mismo (véase Pardés Rimonim 1:5) o, lo que es lo mismo, en nuestro servicio divino siempre estaríamos actuando en el terreno del  “intermediario”.

Las Escrituras nos declaran que el Mesías es el “único mediador”, como versa: “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Yeshúa el Mesías hombre” (1 Timoteo 2:5). Esto vendría a dar identidad propia a todo un sistema que, de forma impersonal, apunta a la misma idea de “conciliación” entre el mundo y su Creador y que el Nuevo Pacto adscribe a la labor intercesora del Mesías.

Nosotros sabemos que cada HàÛÄ mitsvá de Dios, establece una conexión entre el hombre que lo practica y la fuente o raíz espiritual de donde procede dicho mandamiento (12). Al intentar tender este “puente” en el contexto del árbol sefirótico (véase esquema pág. 93) nos hallaremos de inmediato inmersos en un laberinto de interconexiones espirituales que pasaría tácitamente por el citado concepto “mediador”. Ascender por dicho “árbol” demandaría del judío observante un ingente caudal de “energía espiritual” para obtener un “rendimiento energético bajo” en relación al esfuerzo, pues el empeño requeriría de una HNWk cavaná (concentración) y de un TWQBD devecut (apego) a Dios verdaderamente encomiables para poder aspirar a ciertas garantías de éxito.

Llegados a este punto deberíamos preguntarnos: “¿Son las sefirot un sistema mediador paliativo o una descripción conceptual de la labor del Mesías? Yeshúa nos acercó a Dios de forma “gratuita”, esto es, sin necesidad de “OYDWXY yijudim” o “TWNWk cavanot” pues: “Todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por el Mesías” (2 Corintios 5:18), a lo que podríamos aplicar también la enseñanza del Maestro: “Esto os era necesario hacer (asumir la mediación del Mesías) sin dejar de hacer aquello (en relación a nuestro trabajo espiritual) (Mateo/Matai 23:23).

Volviendo a la venida al mundo del Mesías, los escritos nos declaran: “El nacimiento de Yeshúa el Mesías fue así: Estando Su madre Miriam desposada con Yosef, antes de que viviesen juntos, se halló que estaba encinta por obra (äësE asiyá) del Espíritu Santo” (Mateo/Matai 1:18).

Nótese que la palabra “äësE asiyá” (obra) contiene todas las letras de EàwY Yeshúa a excepción de la à Vav pero con una H He adicional. En ello podríamos ver insinuado Su nacimiento milagroso, pues esta H He (en relación a ÜàKîÄ Maljut-reino) simbolizaría la HNYïw Shejiná y vendría a subrayar lo ya dicho: “Por obra del Espíritu Santo (wâÙH çàÿ Rúaj Hakódesh)”, mientras que la à vav haría alusión a Su naturaleza humana (como se explicará más adelante) la cual aún no había adquirido.

Asiyá:    vhag

 guah   v    gah
             Mesías-hombre       Shejiná      Mesías pre-encarnado

En cuanto al término ÿCë yatsar (formar), resulta significativo que en relación a la gestación del profeta Jeremías (cuyo nombre significa: “Dios sea elevado”) el Tanaj use también dicha expresión, como versa: “Antes (de que) te formé (VÿWCA etsavreja) en el vientre te conocí (VëTEDY yadatija), y antes que salieras de las entrañas te santifiqué (VYTwDÙä hikdashtija), como profeta para las naciones (ìëWGL lagoim) te dí” (ídem 1:5).

Aunque estas palabras fueron dirigidas a una persona concreta, su alcance iría más allá de su contexto histórico, hasta llegar a insinuarnos todo un micro-cosmos de conceptos mesiánicos. Esto no constituye una excepción, pues otras declaraciones bíblicas que tuvieron su veraz cumplimiento en un momento preciso, nos transportan a profecías de más largo recorrido. Citaremos como ejemplo la profecía dada al rey Ajaz (véase Isaías/Yeshayá 7:14) quien habría de tener un hijo de una joven / doncella. Aunque este tema ya ha sido tratado (véase del mismo autor el Fundamento del Mundo 9:4, el Jardín de los Olivos 3:5) apuntaremos brevemente que la palabra usada aquí para definir a una joven virgen es la ambigua äMîE almá y no la mucho más determinante HîàÜB betulá. Esta segunda expresión sería del todo apropiada si queremos enmarcar dicha profecía en los dos ámbitos propuestos: El de su cumplimiento histórico y en relación al Mesías. Si al rey Ajaz le había de nacer un hijo, que indefectiblemente tendría padre y madre, sería del todo impropio hablar de una betulá, sin embargo, el impreciso término “almá” podría ser interpretado en ambos sentidos: el de una joven y el de una mujer que no ha conocido varón, ajustándose así oportunamente a ambas profecías.

Otro ejemplo de profecía de “largo alcance” sería la dirigida al Sumo Sacerdote Yehoshúa, donde el personaje (entre otras consideraciones) es llamado por el nombre mesiánico çÄÛ Tsmaj o renuevo (Zacarías/Zejariá 6:12).

Volviendo al llamado de Jeremías: Un conocimiento ÜED da’at de parte de Dios previo a la “formación” del futuro profeta en el vientre materno, nos retrotrae a lo dicho: “Cuando establecía los fundamentos de la tierra, con Él estaba yo ordenándolo todo. Y era Su delicia de día en día” (Proverbios/Mishlé 8:29 y 30). Pues recordemos que la expresión da’at va más allá de un “conocimiento” de carácter intelectual, acercándonos a conceptos de ÜàÙBD debecut o extremo apego a Dios (véase al respecto Job 28:27 y 28, citado Hakdamat HaZohar 5a). Por esta razón, “da’at” aparece a veces en la Biblia, con la acepción de tener relaciones íntimas.

¿Qué podría significar entonces que el Eterno “había conocido” a Jeremías antes de que éste fuese formado en el vientre de su madre? (13). Siguiendo con el versículo: “Y antes que salieras de las entrañas (Te santifiqué (VYTwDÙä hikdashtija)”. El término “Santo” (wDÙ kadosh), tiene en hebreo el sentido de “apartar” algo o alguien para el servicio divino. Dicho título sería aplicable tanto a los animales destinados para la ofrenda como a los productos agrícolas apartados para el mismo propósito y también a los utensilios usados en el servicio del Templo. Cuando lo asignamos a una persona, podemos distinguir tres categorías: En el caso de los Cohanim o sacerdotes y también de los levitas, sería extensible a la totalidad del colectivo, como versa: “Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan el sacerdocio” y añade: “He aquí Yo he tomado a los levitas de entre todos los hijos de Israel […] serán pues, Míos los levitas” (Números/Bemidbar 3:10 y 12). En el caso del judío común, el llamado “Israel”, se aplicaría tan solo a los primogénitos varones, como se declara (ídem 3:13): “Porque Mío es todo primogénito (ÿWïB bejor)”.

Yeshúa, como hijo que “abrió matriz” calificó para recibir dicho título. Las Escrituras recogen incluso (véase Lucas/Nakai 1:22 y 23) el momento de la ceremonia del “IBH IàYâp pidión habén” o “rescate del primogénito” llevada a efecto según lo prescrito en la Torá (véase Números/Bemidbar 18:16).

Pero el significado de “kadosh” llega a trascender conceptos puramente terrenales para acercarnos a altas realidades espirituales, donde el hombre es exhortado a imitar a Dios, como versa (Levítico/Vayikrá 19:2): “Seréis santos (ìëwDÙ kedoshim) porque Yo, el Eterno vuestro Dios soy Santo (wWDÙ Kadosh)”. Así pues, la noción de “santidad” acercaría al ser humano al ideal con el que fue creado, que es precisamente, ser la “imagen y semejanza divina” (véase Génesis/Bereshit 1:26).

Isaías 6:3 recoge el celebérrimo canto de alabanza que los ángeles dirigen a Dios, la llamada “HwâÙ Kedushá”, como versa: “Santo, Santo, Santo es el Eterno de las Huestes, toda la tierra está llena de Su Gloria”. Los Sabios nos enseñan que aquí la expresión “Gloria” (DWBk Kabod) se relacionaría con ÜàKîÄ Maljut-reino, lo cual nos hablaría de la trascendencia de Dios, esto es, de la proximidad que Él manifiesta hacia Sus criaturas haciéndolas el objeto de Sus dádivas, lo cual vendría subrayado por la palabra “tierra” (òÿA árets) como el objeto de Su acción.

El libro del profeta Ezequiel recoge otro cántico celestial que también formaría parte de la Kedushá, como se declara: “Bendita sea La Gloria del Eterno desde Su Lugar” (ídem 3:12). La expresión “lugar” (ìWÙÄ makom) nos hablaría del aspecto inmanente de Dios, pues incluso en un estadio de proximidad al mundo sensible, Él manifiesta Su Gloria desde “Su Lugar” (14). Al respecto de la “Kedushá” el Zohar nos declara: “El fuego seguirá ardiendo sobre el altar continuamente, no se extinguirá (Levítico/Vayikrá 6:9/2). Rabí Jiyá dijo: Este fuego es el fuego de Isaac, el cual, al tiempo de ser atado dijo: Mira el fuego y la leña (Génesis/Bereshit 22:7) que existe a perpetuidad. Hemos aprendido que del fuego de Isaac salen al altar ciertos carbones […] En ese lugar hay numerosas huestes que proclaman Santo (wWDÙ Kadosh) con una voz sonora, y en otro lado dicen Santo (wWDÙ Kadosh) con una voz suave y maravillosa, y en otro lado aun otras huestes que dicen Santo (wWDÙ Kadosh)” (Zohar Tsav 63b).

Decíamos que el concepto “kadosh” invitaba al hombre a imitar la “naturaleza divina” (Levítico/Vayikrá 19:2) además, dicho término, como parte de la alabanza celestial, también nos llevaba a la “ùçûë ÜâëùA Akedat Yitsjak” (ligadura de Isaak) como ejemplo arquetípico de sacrificio expiatorio, según el dicho de los sabios de que “El fuego (de Isaac) no se apagará, seguirá ardiendo sobre el altar por toda la eternidad”, esto es, trayendo expiación a todos los que crean que el Mesías murió en expiación por cada uno de nosotros, como ya se ha dicho: “Fuego sobre el altar”, Mokdá al hamizsbéaj

jczhÄv kg veuÄ
Mokdá” escrito con una letra letra mem más pequeña.

Pues esta Ä Mem pequeña, es símbolo de la humillación del çëwÄ Mashíaj, Quien se hizo “pequeño” (15), entregando Su vida en ese otro “altar” del cual éste era figura: el madero donde Yeshúa moría en expiación, pues fue dicho (Génesis/Bereshit 22:7): “He aquí el fuego y “la leña” (ìëÛEä haetsim) lo que nos insinuaría ese “madero” (òEä haéts), pues çBåÄ mizsbéaj (altar) puede ser leído como el acróstico (IàÙYRêàN notrekón) de:

Mashíaj               jhaÄ

Zébaj (sacrificio)      jcz

Be (por)                             c

Jet (el pecado)        Tyç

Como también se declara: “Y el pecado (Aêç jet) de muchos llevó y por los transgresores intercedió” (Isaías/Yeshayá 53:12).

Redactado en Érev Yom Hakipurim 5775.

Extracto capítulo 1

1.3 LA SHIN DE YESHÚA

“Pues la letra shin es una letra de verdad, una letra de la verdad”

Hakdamat HaZohar 2b

Al respecto de esta letra, dijeron los Sabios: “Shin. Su fundamento es: Un platillo de mérito, un platillo de responsabilidad y la lengua del decreto decidiendo entre ellos” (Séfer Yetsirá 3:1, véase también ídem 2:1).

La latra Shim, por su forma tripartita, vendría a ilustrarnos sobre las tres vías por las que discurre la HçGwH hashgajá o poder conductivo de Dios. Sobre esto fue dicho: “Shin, (está asociada) a los patriarcas. Y ellos la coronaron con tres coronas sagradas. Y depositaron todas las llaves del Rey en su mano” (Zohar Beshalaj 54a). Esto haría alusión a esos tres canales de supervisión divina, llamados aquí “llaves del Rey”: âæç Jésed-gracia asociado a Abraham, HÿàBG Guevurá-rigor tipificado por Isaac y ìëÄçÿ Rájamim-misericordia en relación a Jacob (Zohar Jadash, Toldot 26c) (16).


Letra sin

Tomando la Shin, como la inicial de ëDw Shadai, nos ilustraría en la forma en como Dios estableció límites a la Creación deteniendo la expansión del universo mediante la declaración “ëD dai”, ¡suficiente! (véase Séfer Hajojmá 21a).

Similar actitud puede ser aplicada a Su acción supervisora (hashgajá) del mundo, pues dicho nombre puede ser leído como “la w Shin basta (ëD dai)”, esto es, Dios conduce Su creación mediante tres canales (gracia-misericordia-juicio) y no más.

Además de la w Shín, los sabios mencionan tres letras específicas, las llamadas TàÄA wîw shalosh imot, que se corresponderían con cada una de estas tres vías (véase Séfer Yetsirah 1 y 3):

1. La Ä Mem: Situada a la derecha y, siguiendo el símil de la balanza, es llamada Üàïå Fk caf zsejut o platillo del mérito. Simbolizaría el camino de la gracia (âæç jésed). Podría parecer contradictorio hablar de “méritos” para describir el canal de la gracia divina, pero esto vendría a ilustrarnos sobre los actos meritorios de los justos que, en opinión de los sabios, serían los que realmente “abrirían” al mundo las puertas del jésed.

Los comentaristas asociaron la Ä Mem con el agua (ìëÄ mayim) (Séfer Yetsira 3:8), palabra que comienza y acaba por dicha letra, vinculándola con la creación de la tierra, pues esta emergió del agua (véase Génesis/Bereshit 1:9).

2. La w Shinocuparía el lugar izquierdo al estar relacionada con el juicio (Åëâ din) y el rigor (HÿàBG gueburá). Dicha letra es descrita como HBàç Fk caf Jobá o platillo de la responsabilidad. Estaría vinculada al fuego (wA esh) (Séfer Yetsirá 3:9) y a la creación de los Cielos (ìëÄw shamáyim).

3. La A Álefes llamada Ùç Iàwî lashón jok o “lengua del decreto”, pues a manera de fiel de la balanza, se ubicaría entre ambas. Esta letra marcaría la equidistancia entre gracia y juicio, mostrándonos un tercer camino intermedio: El del ìëÄçÿ rájamim o misericordia. Como inicial de ÿëWA avir (aire) estaría vinculada al “espíritu” XWÿ rúaj (véase Séfer Yetsirá 3:4).

Podríamos establecer un paralelismo entre estas enseñanzas, cuyos antecedentes se remontarían a la época del Primer Templo, y estas otras procedentes de los Escritos del Nuevo Pacto, como versa: “Tres (wîw shalosh) son los que dan testimonio (TWÂE edut) en la tierra: el espíritu (XWÿ rúaj), el agua (ìëÄ mayim) y la sangre (ì dam), y estos tres concuerdan” (1 Juan/Yojanán 5:8) (17).

Vemos como de los tres “elementos” citados por los sabios, dos son repetidos literalmente por los apóstoles: “El agua” y “el espíritu”. El tercero (el fuego) es aquí mencionado como “sangre”. No resulta difícil establecer una, más que evidente, equivalencia simbólica entre los dos términos, pues ambos vendrían a expresar rigor y juicio, asociados a la ya mencionada “vía de la izquierda”. Incluso los podemos hallar espacialmente juntos en los servicios que se realizaban en el Templo, fundamentalmente en el HîEH XBåÄ Mizsbéaj Haolá (Altar del holocausto), donde era propiciada la sangre de las ofrendas mientras ardía fuego de forma permanente, como ya se dijo: “Y el fuego en el Altar arderá en él, no se apagará” (Levítico/Vayikrá 6:12). E incluso, dicha palabra es usada en la Torá como apelativo de la ofrenda de ascensión u holocausto (HîE olá), como versa: “Fuego (HwA ishé) para el Eterno (es) él” (Éxodo/Shemot 29:18).

Este caso no es ninguna excepción, en ocasiones las Escrituras usan varios nombres en referencia al mismo concepto espiritual. Quizás uno de los ejemplos más representativos lo hallemos en 1 Crónicas/Divré Hayamim 29:11 donde, en su oración, el rey David denomina la sefirá de âæç Jésed-gracia como HîÂG guedulá (grandeza), mientras que âàæë Yesod-fundamento es llamado îk col (todo).

El versículo de 1 Juan/Yojanán al que hemos estado haciendo referencia, va precedido por este otro: “Porque tres son los que dan testimonio en el Cielo: El Padre (ABA Aba), la Palabra (ÿBâH Hadabar) y el Espíritu Santo (wâùH çàÿ Rúaj Hakódesh), y estos tres son uno (âçA ejad)” (ídem 5:7).

Recodemos que los “tres testigos en la tierra” eran “el agua”, “la sangre” y “el espíritu”, los cuales hicimos corresponder, respectivamente, con las sefirot de âæç Jésed-gracia, HÿàBG Guevurá-rigor y ÜÿAPÜ Tiféret-belleza, vinculada esta última con el ìëÄçÿ rájamim o misericordia en paralelismo con la citada enseñanza rabínica.

Consecuentemente, los “testigos celestiales” se situarían a un nivel superior a los “de la tierra”: “El Padre” se asociaría a HÄïç Jojmá-sabiduría, designado como ABA Aba (padre) en el lenguaje de los Partsufín del Arizal.

La “Palabra” (ÿBâ Davar) se correspondería aquí con HNëB Biná-entendimiento, pues es solamente a este nivel que el “pensamiento abstracto” de HÄïç Jojmá-sabiduría puede hallar su primera expresión verbal. Su etimología IëB ben (entre) ya comenzaría a insinuarnos la acción mediadora del Mesías, con un primer acercamiento de lo “absolutamente celestial” a planos mucho más cercanos al mundo sensible. Además, HNëB Biná leído como Hë IB Ben Ya, haría alusión a uno de los Nombres del Mesías, Quien es llamado “Hijo de Dios” (véase Salmos/Tehilim 2:7).

Y por último, “el Espíritu Santo o wÂÙH XWÿ Rúaj Hakódesh, que se relacionaría con ÿÜk Keter-corona, actuando como punto central entre los dos platillos de la balanza. Al respecto de esta idea, nos parece interesante reseñar como en el relato bíblico de la Creación, “el Espíritu de Dios (ìëHî`A XWÿ Rúaj Elokim) sobrevolaba la superficie de las aguas” (Génesis/Bereshit 1:2). En este sentido ocupaba una posición central “entre” (IëB ben) la tierra (informe y vacía) y cubierta aún por las aguas, simbolizada aquí por la Ä mem de ìëÄ máyim, y los cielos, los cuales fueros asociados con el fuego, wA esh, y con la letra w shin, como también se declara: “El Eterno fundamentó la tierra con sabiduría (HÄïç Jojmá) y con entendimiento (HNëB Biná) estableció los Cielos (Proverbios/Mishlé 3: 19 y 20) y, como se dijo, en medio de ellos el Espíritu de Dios (ìëHî`A XWÿ Rúaj Elokim)”, posición que ocupa ÿÜk Kéter-corona (véase esquema pág. 93). Nos parece significativas las frases con que son apostilladas ambas declaraciones: Sobre “El Padre, la Palabra y el Espíritu Santo” se dice “estos tres son uno”. Por otra parte de “El agua, la sangre y el espíritu” se dice que “estos tres concuerdan”. Para explicar esta enseñanza debemos volver al ya mencionado esquema de las sefirot:

 TRES LETRAS IMOT 
 ìëÄw Cielos 
 A 
 ÿÜk Kéter
wÂÙH XWÿ
Rúaj Hakódesh
 
Ö n
HNëB Biná
ÿBâ Davar
 HÄïç Jojmá
ABA Aba
   
 JÿA Tierra 
HÿàBG Guevurá
ì dam
 âæç Jésed
ìëÄ mayim
 ìëÄçÿ Rájamim
XWÿ rúaj
 

Es interesante reseñar que, de forma tradicional, los comentaristas asociaron la Presencia divina (HNYKw Shejiná) a dos sefirot concretas: La de Arriba se vinculó con HNëB Biná-entendimiento y la de abajo a ÜàKîÄ Maljut-reino. En sentido general, decimos que cada mundo contiene las diez sefirot pero, en forma específica, sefirot concretas se corresponden con mundos determinados:

TàLYCA Atsilut-emanación
ÿÜk Keter-corona / HÄïç Jojmá-sabiduría

HAYÿB Briá-creación
HNëB Biná-entendimiento

HÿYCY Yetsirá-formación
Âæç Jésed-gracia / HÿàBG Guevurá-rigor / ÜÿAöÜ Tiféret-belleza / çÛN Nétsaj-victoria / âàH Hod esplendor / âàæë Yesod-fundamento.

HYsE Asiyá-acción
ÜàïîÄ Maljut-reino

Resulta significativo que el término usado para designar TàLYCA ìîàE Olam Atsilut (donde situamos a Kéter) derive de un verbo que aparece en la Torá en relación con el “espíritu”, como versa: “Y tomare (ëÜLûA atsalti) del espíritu (XWÿ rúaj) que está contigo y lo pondré sobre ellos” (Números/Bemidbar 11:17) (18). Lo cual vincularía de nuevo las sefirot de Atsilut (Kéter y Jojmá) con el “Espíritu”.

Existen otras referencias escriturales donde Rúaj Hakódesh o Rúaj Elokim aparecen ligados al concepto ÿÜk Kéter, como versa: “Y lo llené del Espíritu de Dios (ìëHL-A XWÿ Rúaj Elokim), en sabiduría (HÄïç jojmá), entendimiento (HNëB biná) y conocimiento (ÜÆâ da’at)” (Éxodo/Shemot 31:3). Luego primero es el “Espíritu” y solo después jojmá y Biná, lo que haría alusión a Kéter, el cual precede a ambos.

Podemos llegar a análoga conclusión a través de la interpretación talmúdica de Salmos/Tehilim 33:6, como versa: “Con la palabra (âBâ dabar) del Eterno se hicieron los Cielos, y con el espíritu (çàÿ rúaj) de Su boca todas Sus huestes”. Esta declaración, en opinión de los sabios, “corresponde con la diez locuciones (ìëHL-A ÿÄAëà vayomer Elokim) con las que el mundo fue creado” (Rosh Hashaná 32a), siendo “en el comienzo (ÜëwAÿB Bereshit) la primera locución” (ídem), hallándose ésta mucho más allá de nuestro capacidad de aprehensión, pues estaría al nivel de Kéter (véase Ets Jáyim 25:5) (19).

Visto de esta manera, podríamos establecer una correspondencia entre las tres sefirot superiores (Jojmá-sabiduría, Biná-entendimiento y Kéter-corona) y esos otros “tres que dan testimonio en el Cielo” (20). Como se dijo, dichas sefirot reciben el nombre de IYXÄ Mojín o mentalidades y, a su nivel más elevado (ÿTk Kéter, también llamado IàYLA ÿTk Kéter Elión), no nos sería posible, desde nuestra perspectiva, distinguirla del propio Fàæ IYA En Sof (Sin Fin) (véase Pardés Rimonim 23:1).

Sin embargo, incluso a tan alto grado podríamos comenzar a ver ya insinuado de forma potencial la “voluntad” del Mesías de revestirse progresivamente con “ropas” de los diferentes mundos hasta llegar a habitar entre los hombres, como fue dicho: “la Palabra se hizo carne y puso Su morada en medio de nosotros” (Juan/Yojanán 1:14), pues IYAEn” (nada), en alusión a Kéter (véase Zohar Yitró 83a), como paradigma de lo que se halla fuera de cualquier tipo de aprehensión por parte del ser humano, se transforma en YNAAní” (yo), haciéndose cercano y personal.

hbt      iht
   Aní (Yo)                  En (nada)

Concepto también insinuado por las siguientes palabras: “Antes que Abrahan fuese Yo soy” (Juan/Yojanán 8:58). “Antes que Abraham” aludiría a HÄKç Jojmá-sabiduría, llamado ABA Aba (Padre), pues Abraham es la alegoría de âæç Jésed-gracia (Miqueas/Mijá 7:20) y Jojmá es la raíz de Jésed. Aquí Yeshúa nos estaría declarando Su unidad con “el Padre”, como versa: “Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí” (Juan/Yojanán 14:11) y también Su acción de revelarlo, como se declara: “El que me ha visto a Mí ha visto al Padre” (ídem 14:9) (21). Siguiendo la pista profética a esta idea, nos vamos a las palabras que Ya’akob dirigió a sus hijos, viniendo a insinuar que el Mesías pondría “Su morada entre nosotros”, como versa: “Y yo daré a ti una morada (ìïw shejem) sobre tus hermanos” (Génesis/Bereshit 48:22). Esto también haría alusión al descenso de la Presencia divina (HÉëïw Shejiná) al mundo a consecuencia de la venida del Mesías (véanse Zohar Lej Lejá 80a, Juan/Yojanán 14:26).

Como se dijo, a nivel de HÄïX Jojmá-sabiduría se nos presentarían análogas circunstancias, pues ambas sefirot pertenecen a TàLYCA Atsilut-emanación, mundo que se halla fuera de la aprehensión humana (véase Pardés Rimonim 16:1).

Ya en HNYB Biná-entendimiento, nos situaríamos en el mundo de HAYÿB Briá (creación), lugar donde lo no existente (IYA en) adquiere existencia (wY yesh). Aunque en este grado ya han aparecido signos de “dualidad” y un ocultamiento progresivo de la luz divina, seguimos hablando de un altísimo nivel, por lo que tomadas las tres sefirot en su conjunto, deberíamos seguir hablando del concepto “unidad” en referencia a su estrecha vinculación con el En Sof (22), por eso el autor apostólico puede afirmar: “Y los tres son uno (DçA ejad)”.

La palabra HAYÿB Briá (creación), está relacionada con el término arameo ÿB Bar, “afuera”, lo que ya implicaría un evidente distanciamiento con respecto al Fàæ IYA En Sof. En este sentido, podríamos interpretar la afirmación “Y la Palabra (RBDH Hadavar) era Dios” (Juan/Yojanán 1:1), en el nivel de HÄïX Jojmá-sabiduría, donde nos sería imposible distinguir “la Palabra” (aquí más cercana al pensamiento que a la verbalización propiamente dicha) de la “Unidad divina”, mientras que a nivel de Biná-entendimiento, podría ser expresado de la forma: “La Palabra estaba con Dios” (ídem) (23), pues HNYB Biná nos indica IëB ben (entre), lo que ya denotaría equidistancia con respecto al FWæ IëA En Sof. La inicial (tanto de HAYÿB Briá como HNYB Biná) es la letra B Bet, cuyo valor numérico dos, redundaría sobre el concepto de “dualidad” experimentado a este nivel. Dicha letra también haría referencia a la “morada” (TYB bayit) que el Mesías habría de establecer en el mundo (24).

ÿB Bar, en arameo, también significa “Hijo”, siendo éste uno de los nombres del Mesías (véanse Isaías/Yeshayá 9:7, Salmos/Tehilim 2:7 y 12, IV Esdras/Ezrá 13:37) y, al igual que en su forma hebrea IB ben, comienza por la letra B bet, de valor numérico dos, pues en el grado de HAYÿB Briá el Mesías se revestiría de una “segunda ropa” (wàBL lebush), en Su “camino”, por así decirlo, al mundo material.

Sobre los otros tres elementos enunciados, aquellos que “dan testimonio en la tierra”, pudimos relacionarlos con âæç Jesed-gracia, HÿàBG Guevurá-rigor y ÜÿAPëÜ Tiféret-belleza. Como se dijo, los sabios nos hablan acerca de cinco niveles espirituales a los que llamaron “TàÄLàE olamot” o “mundos” y estos eran: TàLYCA Atsilut-emanación, HAYÿB Briá-creación, HRëCë Yetsirá-formación y HYsE Asiyá-acción (E”ëBA).

Emplazándonos de nuevo en sentido descendente, veríamos cada uno de ellos actuaría de filtro de la luz divina, incrementando su opacidad a medida que nos acercamos al plano material, esto es, conforme bajamos a través de ellos la ocultación de la Presencia divina se haría más evidente hasta llegar a niveles de semi-oscuridad. En su propia etimología, la palabra que usamos para designar “mundo”, (ìLàE olam) a la vez denota ocultamiento (ìLE alam) (25).

Y aquí se nos plantea una paradoja: Por una parte el Mesías en Su venida, iría “revistiéndose” con las “ropas” de los diferentes TàÄLàE olamot opacando progresivamente Su recipiente de luz divina. Por otro lado, este “descenso” vendría a situarlo en una posición cada vez más próxima al ser humano, hasta llegar a ser “la luz del mundo” (Juan/Yojanán 8:12). Este hecho lo podríamos ver insinuado en las dos formas de escribir la letra Mem:

o / n
Mem y Men sofit

Los Sabios dijeron (véase Otiyot de rabí Akiva ad loc) que la Ä Mem abierta simboliza aquello que nos es revelado, por eso es la inicial de Moisés (HwÄ Moshé), ya que él “bajó” la Torá del Cielo para entregarla al pueblo de Israel. Por el contrario, la ì Mem cerrada, (usada al final de una palabra) simbolizaría lo que aún permanece oculto, por eso es la letra final de ìXÿ réjem (útero) como metáfora de algo que permanece escondido mientras es gestado hasta el momento en que es “dado a luz”.

La Ä Mem es también la inicial de XYwÄ Mashíaj, y aunque aquí aparece en su forma abierta, ciertos aspectos de Su venida nos vendrían sugeridos a través de la forma cerrada, como nos insinúa su inusual escritura en la palabra HBÿìL lemarbé (para el incremento) en el contexto de la profecía mesiánica: “Para el incremento, el dominio y para la paz que no tendrán fin sobre el trono de David” (Isaías/Yeshaya 9:7). La forma abierta se vincularía a la primera parte de esta profecía, como se declara: “Niño nos es nacido, hijo nos es dado” (ídem 9:6), lo cual haría referencia a aspectos ya revelados del Mesías, muy especialmente a Su humanidad. Por otro lado, la forma cerrada nos retrotrae a aquellas cuestiones que aún permanecen ocultas o por cumplir, como versa: “Cerradas (ìëÄÜæ setumim) y selladas (ìëÄÜç jatumim) las palabras hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9). Nos resulta significativo que las dos expresiones usadas aquí para denotar el hermetismo y ocultación de las profecías del final de los tiempos contengan la palabra “ìëÄ mayim” (agua):

Setumim (cerradas): ohnTx
Jatumim (selladas): ohnTj

Dicho vocablo nos acercaría a todo un micro-cosmos de conceptos mesiánicos que arrancarían desde la Creación misma (Génesis/Bereshit 1:2), cuando “el Espíritu de Dios (OYHL-A XWR Rúaj Elokim) revoloteaba sobre la superficie de las aguas (ìYÄ máyim)”, como fue dicho: “Se refiere al Espíritu del Mesías (XYwMH  çWR Rúaj Hamashíaj), como está escrito (Isaías/Yesahyá 11:2): «Y reposará sobre Él, el Espíritu del Eterno» (Bereshit Rabá 2:4), y también se declara: “El Espíritu de Dios (OYHL-A XWR Rúaj Elokim) mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Mesías (XYwMH XWR Rúaj Hamashíaj), el tal no es de Él” (Romanos 8:9) (26).

Las tres sefirot a las que estamos haciendo referencia (Jesed-gracia, Guevurá-rigor y Tiféret-belleza), pertenecen al llamado HÿYCY ìLàE Olam Yetsirá (Mundo de la formación). El término “Yetsirá” proviene de ÿCYyatsar”, que como dijimos al hablar del “primer hombre” (IWwAÿH ìÂA Adam harishón) significa “formar”. Este nivel “creativo” implica moldear algo a partir de una sustancia primigenia ya existente. Aqui, el grado de ocultación de la luz de Dios impediría hablar de “unidad”, por eso la Escritura dice que “concuerdan”, esto es, se establece una relación que podríamos calificar de: Tésis / antítesis / síntesis:

Antítesis          Síntesis           Tesis
        HÿàBG Guevurá       ÜÿAöÜ Tiféret       âæç Jésed   
                   ì dam                XWÿ rúaj           ìëÄ mayim 

Si leemos el versículo que precede esta enseñanza, observamos que el propósito de los “tres testigos del Cielo” y de los “tres de la tierra” era dar testimonio de la venida al mundo del Mesías, como versa: “Éste es Yeshúa el Mesías, que vino(1 Juan/Yojanán 5:6). Volvamos ahora con más detenimiento a nuestra cita de Séfer Yetsirá 3:1: “Tres (letras) TàÄA imot: Álef, Mem, Shin w”ÄA. Su fundamento (ÂWæë yesod) es: Un platillo de mérito (TWKå ôk caf zejut), un platillo de responsabilidad (HBX ôk caf jobá) y la lengua del decreto (ÙX§IWwî lashón jok) decidiendo entre ellos (ìëTNëBČEëÿïÄ majriá benetim)”

Habiendo establecido un paralelismo conceptual entre la enseñanza de Juan/Yojanán y su homónima de los Sabios, cabría preguntarse: ¿De qué forma nos hablaría esta última de “el Mesías que vino”? El nombre que reciben estas tres letras ya nos proporcionaría la primera pista pues TàÄA imot, que traducimos como “madres”, puede ser leída como mávet (muerte) y una letra Álef.

t TWn
Mávet-Álef

Y también TàÄ mut, como versa: “Al director de coro sobre IBL TàÄ mut labén(Salmos/Tehilim 9:1). Y “al director de coro” (XCNÄL lamnatséaj) puede ser leído como: Para (L le) Mashíaj (çëwÄ), Quien obtuvo, victoria (XCN nétsaj) sobre la muerte (TàÄ mávet), como versa: “Sorbida es la muerte (TàÄ mavet) con victoria (XCN nétsaj) (Isaías/Yeshayá 25:8 citado en 1 Corintios 15:54) (27). Y ¿por qué una A Álef? Los sabios nos enseñan que el propósito de la Creación fue hacer una morada para la Presencia de Dios en el mundo (véase Tanjumá Nasó 16a, Bemidbar Rabá 13:16), lo cual es sinónimo de revelar Su Unidad, como fue dicho: “En ese día el Eterno será Uno (âçA ejad), y Su Nombre será Uno (âçA ejad)” (Zacarías/Zejariá 14:9) (28). El texto prosigue: “Su fundamento (ÂWæë yesod)”. Esta expresión es en sí misma un compendio de profecías mesiánicas. Basándose en Proverbios/Mishlé 10:25 (véase también Jaguigá 12b), los Sabios vincularon el término “yesod” (fundamento) con ùYÂC tsadik (justo), como versa: “El justo es el fundamento del mundo”. En la tradición bíblica, la figura del “tsadik” por antonomasia es encarnada por Yosef, el hijo del patriarca Jacob, quien no consintió en corromperse con la esposa del egipcio (véase Génesis/Bereshit 39:7-20). A su vez, la vida de dicho personaje es un micro-cosmos de los padecimientos del Mesías que lleva su nombre: ë”BÄ Mashíaj ben Yosef, como expresión del Mesías sufriente, del siervo abatido del Eterno descrito en Isaías/Yeshayá 53.

Como ya apuntamos, ÂWæë yesod también puede leerse como “sod” y una letra Yod:

h suo
Sod-Yod

Esto es, el “secreto de la Yod”, letra que nos retrotrae a la humillación del Mesías pero también a Su posterior exaltación, como versa: “Quien se humillo a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte […] por lo cual Dios, también lo exalto hasta lo sumo” (Filipenses 2:8 y 9). Y también: “Debido a su humildad, la yod se adorna con un GT tag (coronita) que apunta hacia Dios” (Menajot 29a). Como se dijo, en este contexto, dicha letra vendría a insinuarnos las “marcas” de la crucifixión, reales y a la vez espirituales mostradas en las manos del Yeshúa resucitado (véanse Juan/Yojanán 20:27, del mismo autor el Fundamento del mundo 7:4).

Sigamos con el texto: “Un platillo de mérito (TWKå ôk caf zejut), un platillo de responsabilidad (HBX ôk caf jobá)”. Mediante la clásica metáfora de la balanza, los sabios nos instruyen sobre el equilibrio entre los méritos devengados por las buenas acciones y los deméritos producidos por la ausencia de éstas o, directamente, por la abierta transgresión, *pues “jobá” podemos traducirla como “culpabilidad”, como versa: “Pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto” (Daniel 5:27). La palabra usada aquí para designar a los “platillos” de la balanza es ôk caf, que significa literalmente “palma de la mano”. Estos dos “ìëök cafim” nos insinuarían, con lírica vehemencia, las dos palmas perforadas del Mesías sobre el madero: La derecha simbolizaría la de los “méritos” (TWKå ôk caf zejut) y la izquierda la de la “responsabilidad” (HBX ôk caf jobá)”. Esa misma responsabilidad (jobá) que, debido a nuestras transgresiones, nos haría merecedores del juicio divino, pero que llega a ser pasada por alto a través de la obra del Mesías, como también se dijo: “Justificados gratuitamente por Su gracia, mediante la Redención que es en el Mesías Yeshúa(Romanos 3:24).

Y por último: “La lengua del decreto (ÙX§IWwî lashón jok) decidiendo entre ellos”. Siguiendo con la figura de la balanza como tópico de la justicia; “La lengua del decreto” haría referencia al “fiel” o “lengüeta”, que es el punto de soporte equidistante, responsable del equilibrio entre ambos platillos. Nos parece significativo el uso de esta metáfora, pues “lashón” (lengua) estaría directamente relacionado con “la Palabra” (ÿBÂH haDavar) que como se dijo, es un nombre del Mesías, y también nos recordaría lo dicho: “Toda lengua (IWwî Lk col lashón) confiese que Yeshúa el Mesías es Señor” (Colosenses 2:11).

Por su parte ÙX Jok, traducido como “decreto” o “estatuto”, es un término usado en la Torah para designar una categoría específica de mandamientos. De modo muy general, estos podrían clasificarse en tres grupos:

– 1. TWCÄ Mitsvot: Palabra genérica para “mandamiento” que en un sentido más específico nos hablaría de aquellos preceptos cuya observancia atañe directamente a nuestra relación con Dios. Por ejemplo, pertenecería a este grupo la recitación diaria del “Shemá Israel (véase Deuteronomio/Devarim 6:4).

– 2. ìYêpwM Mishpatim: Son aquellos que regulan la relación con nuestro prójimo, como podría ser la ayuda al hermano necesitado (véase ídem 15:7).

– 3. ìYÙX Jukim: Los llamados “decretos del Rey”. A esta clase pertenecerían aquellos que escapan con mucho a nuestra capacidad de comprensión, como es el caso del åNêEw sha’atnezs, o prohibición de tejer juntos la lana y el lino (véase ídem 22:11).

Así pues, “la lengua del decreto” haría referencia a esta tercera categoría, estando mucho más allá de cualquier lógica humana. En un contexto mesiánico, la expresión “jok”, nos llevaría a este otro versículo: “Yo publicaré el decreto (ÙX Jok), el Eterno me dijo: Tú eres Mi Hijo (YNB Bení)” (Salmos/Tehilim 2:7).

De nuevo encontramos un asombroso paralelismo entre las tres letras “imotw”ÄA y los sucesos sobrenaturales que habrían de preceder el nacimiento de Juan el bautista (Yojanán Hametabel) y del propio Yeshúa. Del primero fue dicho: “Y será grande a los ojos del Eterno (H-W-H-ë) […] y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” (Lucas/Nakai 1:15), y añade: “El ángel le respondió: Yo soy Gabriel, que estoy de continuo en la presencia de Dios (Elokim)” (ídem 1:19). Veámoslo con más detenimiento: “Grande” (îàDG gadol), se correspondería con DæX Jésed-gracia, que es llamada HîàDG Guedulá (1 Crónicas/Divré Hayamim 29:11). Aspecto que vendría subrayado por el Nombre “el Eterno” (H-W-H-ë), también en consonancia con dicho atributo situado al lado de la derecha. “Será lleno del Espíritu Santo” lo que, como se vio, aludiría aquí al ìëÄçÿH ÜDÄ Midat harájamim o atributo de misericordia en la vía intermedia.

La ruta de la izquierda o del rigor, vendría aquí ilustrada por el ángel Gabriel, cuyo nombre (îAëÿBG) alude a la HÿàBG gueburá (también recalcado por el Nombre Elokim) y al fuego, como versa: “Rabí Leví dijo: Mijael está formado completamente por nieve y Gabriel de fuego” (Devarim Rabá 5:12). Quedando su relación con el rigor aún más patente en la siguiente declaración: “He aquí que había tres varones puestos en pie junto a él (Génesis/Bereshit 18:1) ¿Quiénes eran estos tres hombres? Mijael, Gabriel y Refael. Mijael fue a anunciar a Sara la buena nueva (del nacimiento de Isaac), Refael para curar a Abraham (del dolor de la circuncisión) y Gabriel para destruir Sodoma” (Baba Metsiá 86b). Lo que, volviendo a nuestro esquema, quedaría de la forma:

 Tres letras TàÄA Imot
(JÿA Tierra)
 
Ö n
HÿàBG Guevurá
îAëÿBG Gabriel
 âæç Jésed
HîàDG Guedulá
 A 
 ìëÄçÿ Rájamim
wDÙH XWÿ Rúaj Hakódesh
 

Con Yeshúa se repite casi textualmente la secuencia, como versa: “Y al sexto mes (îàîA Elul) el ángel Gabriel fue enviado de Dios (Elokim) a una virgen desposada con un varón que se llamada José (Yosef) […] y el nombre de la Virgen era Miriam” (Lucas/Nakai 1: 26 y 27). Y añade: “Éste será grande” y también: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (ídem 1:32 y 35) (29).

Los tres canales de la äçGwä Hashgajá (supervisión divina) aparecen representados por los mismos términos (Gabriel/Elokim, Grandeza y Espíritu Santo), pero debemos reseñar que aquí se hace un especial hincapié en el lado derecho, el de la gracia divina, ilustrado por el propio nombre del ëîk kelí o recipiente escogido para la gestación del Mesías: Miriam, que contiene la palabra OëM máyim (agua), como expresión de jésed.

ohrn
Miriam

Junto con esta palabra, tenemos una letra ÿ resh, cuyo significado es wAÿ rosh (cabeza), lo que aludiría a Dàæë Yesod-fundamento, como versa: “La cabeza se refiere al ÙëâÛ Tsadik, el Fundamento del mundo” (Zohar Mishpatim 119b), que es, precisamente, la sexta sefirá, lo que ya nos fue insinuado con la declaración “al sexto mes” (30).

Para terminar este apartado, citaremos otra enseñanza de los sabios en la que se establece una relación entre la triple declaración de la santidad de Dios y la ya explicada vía tripartita de la HçGwH hashgajá con la que el Creador dirije el mundo, como versa: “Santo, Santo, Santo es el Eterno de los ejércitos (Isaías/Yeshayá 6:3), (esto es) Santo en lo Alto, Santo en el medio y Santo en lo bajo. Santo en Jésed (gracia), Santo en Gueburá (rigor) y Santo en Tiféret (belleza)” (Zohar Beshalaj 52a) (31).

Extracto capítulo 3

3.4 LA VAV DE YESHÚA

“¿Quién es el que une los cielos con la tierra? ¡El Tsadik!”

Zohar Pekudé 257a

Como tuvimos ocasión de ver, el significado de la letra WW Vav, es “gancho”. Su principal función gramatical es la de conjunción copulativa, esto es, de nexo o unión entre oraciones o partes de esta, lo cual sería un reflejo de su misma función espiritual.

Además, esta letra sería una expresión de la misericordia y la gracia divinas, como versa: “Ven y mira: Dijimos que toda à Vav está (vinculada) con el misterio de la misericordia (ìYÄçÿ rájamim). Y en todo lugar en que se incluye en el Nombre Sagrado está con la misericordia” (Zohar Pekudé 227b).

Como también se explicó, su valor numérico seis la relaciona con la creación del primer hombre (IWwAÿH ìÂA Adam Harishón) quien fue creado en el día sexto, “Pues la vav es un Nombre del Santo, Bendito Sea […] (y) esta letra tiene el aspecto del secreto de Adam” (Zohar Tetsavé 180b). Debido a esto, los Sabios interpretaron el ya citado versículo (Génesis/Bereshit 1:26): “Hagamos al hombre a nuestra imagen (WMLCB betsalmó) como “con (B be) la imagen (OLC tsélem) de la W vav(Sha’ar Rúaj Hakódesh 142).

También en ese día sexto el primer hombre habría de pecar y ser expulsado del Jardín del Edén. Yeshúa, Quien es llamado “el Postrer Adam” (IWÿXAH ìÂA Adam Ha’ajarón), habría de rectificar dicho pecado también en un día sexto a través de Su muerte expiatoria. Los sabios asociaron la sexta sefirá, âàæë Yesod-fundamento, con el Qëâû Tsadik (justo) figura que sería encarnada por Yosef el hijo de Ya’akob, de cuyos atributos mesiánicos ya se ha hablado.

Para ahondar en la simbología “mediadora” de la letra W Vav, nos es necesario volver de nuevo al concepto de los llamados “partsufim(véase Zohar Sifrá Ditseniutá 176a-179a); pues, de forma alegórica, decimos que el partsuf está compuesto de 248 órganos y 365 venas y nervios, semejante a la estructura del ser humano (Mebó Shearim, Sha’ar Rúaj Hakódesh 74). El Ariza”l (rabí Isaac Lluria) intentó explicar los intrincados vericuetos por los que se desenvuelve el poder directivo de Dios (HçGwH hashgajá) sobre el mundo a través de la metáfora de estos ìYöWCÿp Partsufim o “rostros” (32). Dicho concepto serviría para explicar los mecanismos de inter-relación dinámica que operan entre las distintas sefirot, lo que constituye la esencia del IWQYTH ìLWÆ Olam Hatikún o Mundo de la rectificación: Un lugar donde los “receptores” de la luz divina (aspecto femenino) son a la vez “dadores” de esta (aspecto masculino).

Como ya se indicó, las diez sefirot estarían englobadas en cinco partsufim:

IYpNA èëÿA (A”A) Arij Anpín: Sefirá de ÿÜk Kéter-corona.
ABA Aba: Sefirá de HÄïç Jojmá-sabiduria.
– AÄA Ima: Sefirá de HNëB Biná-entendimiento.
IYpNAÞÿYÆå (A”å) Zeir Anpín: Sefirot de Âæç Jésed-gracia / HÿàBG Guevurá-rigor / ÜÿAöÜ Tiféret-belleza / çÛN Nétsaj-victoria / âàH Hod esplendor / Sefirá de âàæë Yesod-fundamento.
ABQWN Nukva: Sefirá de ÜàKLÄ Maljut-reino (33).

A tenor de los Sabios, el término Arij Anpín proviene de la expresión bíblica (Éxodo/Shemot 34:6) ìYpAÞèÿA Érej Apáim (lit. Rostro Pequeño) que traducimos como “lento para la ira” y, como se dijo, constituye uno de los trece ÜàâÄ midot o atributos de gracia divina invocados por Moisés a favor del pueblo tras el desgraciado incidente del becerro de oro.

Todo ello nos sugiere que a nivel de Arij Anpín nos hallaríamos ante una gracia, por así decirlo, en estado puro, como versa: “La luz del ôàæ IëA En Sof es sin límite ni medida, por lo tanto, también Tú, oh Dios, condúcete con ellos con Tu atributo de jésed ilimitado e infinitamente grande que es denominado Âæç Bÿ rab jésed(Iguéret HaKódesh 13, véase también Ets Jayim 13:5). Sobre esta expresión de la gracia divina ofrecida sin merma ni restricción alguna fue dicho: “Dios es amor” (1 Juan/Yojanán 4:8), ya que “amor” (HBHA ahabá) tiene valor numérico trece, en relación a estas trece atributos de gracia, los llamados ìëÄçÿ Lw ÜàâëÄ HÿsÆ wàLw Shalosh esré midot shel rájamim (34).

Ahabá: 13 = (5) H + (2) B + (5) H + (1) A

La Torá nos relata como en dos oportunidades Moisés tuvo que interceder por el pueblo apelando a dichos atributos: La primera como consecuencia del becerro de oro (Éxodo/Shemot 32:4) y la segunda con ocasión de los ìYLGÿÄ meraguelim (espías) enviados para reconocer la tierra antes de su conquista (Números/Bemidbar 14:18).

A efectos de nuestro estudio, tomaremos como referencia el orden de la primera lista, enumerando la segunda con respecto a las midot ya mencionadas en la primera (35).

Éxodo/Shemot 34

1. LA El (Dios)
2. ìàçŸ Rajum (misericordioso)
3. IàNçà Vejanún (que otorga gracia)
4. VÿA Érej (tardo para)
5. ìëpA Apáyim (la ira)
6. Dæç BŸ Rab jésed (abundante en gracia)
7. ÜÄA Emet (verdad)
8. Dæç ŸCN Notser jésed (que otorga gracia)
9. ìëPîAî La’alafim (a millares)
10. IàE AÖN Nosé avón (perdona las iniquidades)
11. EÖPà Vefeshá (y la rebelión)
12. HAêç Vejata’á (y el error)
13. HÙNà Venaké (y absuelve)

(ídem 34:6 y 7)

Números/Bemidbar 14

1. H-W-H-Y A-donai (el Eterno)
4. VÿA Érej (tardo para)
5. ìëpA Apáyim (la ira)
6. Dæç BŸ Rab jésed (abundante en gracia)
10. IàE AÖN Nosé avón (perdona las iniquidades)
11. EÖPà Vafásha (y la rebelión)

(ídem 14:18 y 19) (36)

Nos parece relevante que la segunda lista sea mucho más corta que la primera, mencionándose tan solo seis atributos de un conjunto de trece. En opinión de los comentaristas, la primera haría referencia a la manifestación de la gracia divina a nivel de A”A Aríj Anpín, siendo ésta derramada sin restricción ni contrapartida alguna. La segunda se correspondería con A”å Zeir Anpín, quien “activaría”, por así decirlo, la gracia mediante un “despertar desde abajo” (ATTLD ATWRETAH Hita’aruta deletata), esto es, estaría condicionada por la actitud que los seres humanos adoptan hacia Dios (37). Podemos ver como dicho concepto aparecería ya expresado en el primer atributo: en Éxodo 34, Moisés llama a Dios LA El, mientras que en Números 14 emplea el Tetragrama. Algunos comentaristas incluyen la doble invocación previa “H-W-H-Y A-donai, H-W-H-Y A-donai” de Éxodo 34:6 dentro de las ÜàâÄ midot, contando “Dios” (LA El) como la tercera, pero la forma en como las hemos enumerado es la mayoritariamente aceptada, apareciendo también así en los libros de oración. Siguiendo esta línea,“LA El” tendría Su equivalente en “H-W-H-Y A-donai” como el primero de los atributos mencionados en Números 14.

El Nombre “El” se halla vinculado con Dæç Jésed-gracia, como versa: “El, se corresponde con Guedulá (jésed)” (Zohar Vayikrá 11a) (38) y mantendría estrecha relación con el Nombre H-W-H-Y, pues ambos son expresiones de la gracia divina, como versa: “El Jai, como fue dicho: Porque allí el Eterno ordenó la bendición y la vida (Salmos/Tehilim 133:6). Y éste es el Tsadik, ya que toda la vida sale de allí y se llama el Eterno (H-W-H-Y), como fue dicho (ídem 11:5): «El Eterno examina al justo» (Zohar ídem).

Esta sefirá, tomada individualmente, nos llevaría también a la idea de “dar” sin restricciones, lo que en la enseñanza de los apóstoles vino a llamarse “Gracia sin obras (ìYsÆÄ° YLB Âæç jésed belí ma’asim)”, como versa: “Y si por gracia (Âæç jésed), luego no (es) por obras(ìYsÆÄ ma’asim)” (Romanos 11:6).

Por Su parte, el Nombre H-W-H-Y (vocalizado aquí como ëNÂ`A A-donai), estaría asociado a ÜÿAöÜ Tíferet-belleza, la cual vendría a equilibrar los dos extremos entre el rigor total y la absoluta tolerancia (véanse Tikuné Zohar 133b, Pardés Rimonim 10:1).

En este sentido, cabe observar como el nivel de permisividad divina se reduce drásticamente en la segunda lista.

También nos parece relevante la omisión del atributo de TMA Emet (verdad), pues éste es “el sello de Dios” (Shabat 55a, véase Jeremías/Yermeyá 10:10) y, como se dijo, la principal característica de Ya’akob, como versa:
“Tu otorgaste verdad (TMA Emet) a Ya’akob(Miqueas/Mijá 7:20).

Yeshúa declaró de Sí mismo: Yo soy la verdad (TMAH haemet)” (Juan/Yojanán 14:6). Si observamos dicha palabra, vemos que comienza con una letra A álef y acaba con una T tab. Al ser ambas letras, respectivamente, la primera y la última del alefato, nos retrotraen a conceptos de principio y final. El ámbito de la Historia tal y como nosotros la entendemos se circunscribiría a los seis mil años de la duración del mundo, como versa: “En la escuela de Eliyahu se enseñó: La existencia del mundo es de seis mil años” (Sanhedrín 97a).

Dicho periodo estaría simbólicamente comprendido entre las dos letras T y A. Como ya se dijo, la letra Álef, además de la idea de “comienzo”, también aludiría a la revelación de la Unidad de Dios en el mundo (simbolizado por su valor numérico uno) como propósito mismo de la Creación.

Dijimos que la B bet (de ÜëwAÿB Bereshit) se relacionaba con HÄïX Jojmá-sabiduría, como también se declara: “Hizo a la letra bet reinar sobre Jojmá” (Séfer Yetsirá 5:8). Sería pues de esta sefirá de la que provendría la Torá. Por su parte, la Álef, al estar vinculada a ÿÜk Kéter-corona (que antecede a Jojmá), precedería a la Torá misma, como versa: “¿Por qué la letra Álef está al principio? Porque estaba antes que nada, incluso que la Torá” (Séfer Habahir 17). Esta Álef aludiría al Mesías al nivel de Kéter, Quien también precede a la Creación (véanse Pesajim 54a, Nedarim 39b), pues de Él fue dicho: “Y llamará su nombre admirable” (Aîö pele) (Isaías/Yeshayá 9:6), que son las letras de FîA Álef (39):

pkt        tkp
Álef                                Pele

Siguiendo con la palabra “emet”, observamos que entre la Álef, en alusión al comienzo de la Historia, y la Tab, como conclusión de la misma, hay una letra M Mem, que es precisamente la inicial de çëwM Mashíaj. Dicha circunstancia vendría a insinuarnos Su papel como el “conductor de la Historia”, como fue dicho: “Y Él es antes de todas las cosas, y por Él todas las cosas subsisten(Colosenses 1:17). La siguiente enseñanza de los Sabios vendría a subrayar lo expuesto: “Contiene el final en su principio […] Bendito y bendecido es el nombre de la Vida de los mundos” (Séfer Yetsirá 1:7 y 9). “Bendito” (VWRB Barúj) alude a ÿÜk Kéter-corona (véase Gr”a sobre Séfer Habahir 141) (40). Esta condición atañe a la propia esencia de Dios, Quien es “Bendito” al margen de cualquier consideración externa. Sin embargo “bendecido” (VRWBÄ meboraj) estaría supeditado a la acción de Israel, quienes bendicen a Dios a través de sus alabanzas y tefilot, una operación que tendría lugar a nivel de ÜàïîÄ Maljut-reino.

Aquí se cumpliría la condición que citábamos como premisa: “Contiene el final (Maljut) en su principio (Kéter)”.

Además, el autor añade que ambos en conjunto (“bendito” y “bendecido”) son “el nombre de la Vida de los mundos (OëÄîWEä§ëX Jai Haolamim)” en alusión a âàæë Yesod-fundamento, quien actuaría aquí de nexo al conectar los dos extremos espiritualmente más lejanos: Lo inaprensible y simple (Kéter) con lo denso y múltiple (Maljut), y Yesod-fundamento nos indicaría la à vav del Nombre divino H-W-H-Y (cuya función ya ha sido explicada) pues, aunque esta letra se correspondería con el conjunto de seis sefirot de Z”a, también se vincularía particularmente con Yesod por ser esta, precisamente, la sexta sefirá del aspecto masculino inferior (A”å Zeir Anpín).

Así pues, la letra vav del Nombre “Yeshúa”, simbolizaría la acción mediadora del Mesías, Quien sería el “gancho” (àà vav) capaz de conectar realidades espirituales emplazadas mucho más allá de nuestra capacidad de aprehensión (RwëăRàA or Yashar) para hacerlas asequibles (RåàXăRàA or Jozer) a la dimensión material donde vivimos (véase Ets Jayim, Sha’ar HaAkudim 8:5), siendo además el “fundamento” que preserva y sustenta la Creación, como el canal por el que fluye constantente la gracia divina.

Sin embargo, dicha acción al ser operada al nivel de A”å Zeir Anpín, se hallaría condicionada a un despertar desde abajo, como versa: “Ven y mira: Algo que pertenece a lo Alto no se despierta hasta que despierta en lo bajo previamente, aquello sobre lo que se posará lo de lo Alto” (Zohar Lej Lejá 77b). De esta forma, sería necesario un acercamiento previo del hombre a Dios para abrir las puertas de la bendición en los Cielos. En esta línea, fue necesario que el Mesías viniese al mundo para desempeñar desde aquí Su cometido, pues solo “en lo bajo” era posible efectuar la reconciliación entre Dios y la humanidad, como fue dicho (Salmos/Tehilim 68:18): “Subiendo a lo Alto llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió ¿Qué es sino que también había descendido primero? (Efesios 4:8 y 9), como también se declara: “Porque no hay luz (en referencia al Mesías) sino la que sale de en medio de la oscuridad (en alusión al mundo material), pues ese otro (lado) es sometido (a través la obra del Mesías) (véase Juan/Yojanán 16:33). […] y no hay servicio al Santo, Bendito sea, sino en medio de la oscuridad y no hay bien (la obra del Mesías) sino el que surge de dentro del mal (pues es llevada a cabo en el ámbito de este mundo)” (Zohar Tetsavé 184a).

Esta misma idea la podemos ver insinuada en el pasuk: “Y llegó Ya’akob a Luz […] que es LA ÜëB Bet El” (Génesis/Bereshit 35:6). Y en el siguiente versículo leemos: “Y llamó al lugar casa de Dios (ÜëB LA El Bet)” (ídem 35:7). ¿Cuándo el patriarca llegó era Bet El y después que edificase un altar (çBåÄ mizsbéaj) se llamó El Bet? Como se dijo, El Nombre LA El (que traducimos como “Dios”) constituye una expresión del atributo de gracia al estar vinculado a la sefirá de Dæç Jésed. La primera forma (ÜëB LA El Bet), nos insinuaría el descenso del Mesías al mundo, esto es, a establecer Su morada (ÜëB bayit) en medio de nosotros (41), y la segunda: LA ÜëB Bet El (escrita al revés) haría referencia a Su posterior ascenso a los Cielos, hecho que vendría precedido por Su muerte, como también nos es insinuado en otro lugar, donde aparecería la partícula “El”, como versa: “Y en su juramento” (Deuteronomio/Devarim 29:12). Donde “su juramento” (àÜLA alató) puede leerse como LA El àÜ tav, pues dicha letra (que aparece aquí en su milui o forma completa) es, como se dijo, un símbolo de la muerte expiatoria del Mesías.

El ya citado episodio de los ìYLGÿÄ meraglim (espías), provocó un retraso de casi cuarenta años en la conquista de la Tierra Prometida y supuso, para aquella generación, tener que morir en el desierto sin llegar a conocerla. En términos simbólicos podríamos decir que la ausencia de fe en el pueblo provocó un retraso en la HîàAG Gueulá (Redención), pues el asentamiento del pueblo de Israel en su tierra, la construcción del Templo Sagrado y el establecimiento del reinado, son anuncios inequívocos del comienzo de la Era Mesiánica (véase Yad, Hiljot hamelajim 11).

Cuando Moisés envió a aquellos hombres a reconocer el lugar, les dio una orden difícil de entender, pues les mandó que observaran si “¿Tiene árboles o no?” (Números/Bemidbar 13:20). ¿Acaso Moisés no disponía ya de esta información? Pues fue dicho: “Viñas y olivares que no plantaste” (Deuteronomio/Devarim 6:11). Según una interpretación de los sabios, Moisés encargó a los espías que indagasen si había algún ÙëDÛ tsadik (justo) en la tierra pues, de la misma manera que el árbol protege con su sombra, así los méritos del tsadik traen protección sobre aquel lugar; Además en el original hebreo “árbol” ( ets) aparece escrito en singular, lo que llevó a los comentaristas (véase Zohar Shelaj 157a) a identificar ese “solitario” árbol con el Árbol de la vida o ìYëçH JÆ Ets Hajayim.

Tomados en su conjunto, podríamos ver en estos acontecimientos una insinuación profética del futuro rechazo del Mesías, como versa: “Vino a lo que era suyo, y los suyos no Le recibieron” (Juan/Yojanán 1:11). Haciendo un paralelismo con el comentario de los sabios, al pueblo le fue mostrado el Tsadik, el siervo justo del Eterno, Aquel que con Sus méritos había de traer bendición sobre todas las generaciones; Les fue mostrado ese “Árbol de vida”, pues este ets “árbol” que mando buscar Moisés es también el madero ( ets) que habría de traer expiación sobre el mundo, como fue dicho: “Haciendo la paz, mediante la sangre de Su madero ( ets)” (Colosenses 1:20), como también se declara: “Y el Eterno les mostró un árbol (JÆH Haets) (Éxodo/Shemot 15:25). Y éste es el Árbol de la Vida, gracias al cual el agua se vuelve dulce, es Moisés (como figura de) el Mesías” (Zohar Bereshit 27a) (42).

Aun así el pueblo no aceptó una “salvación tan grande”, prefiriendo escuchar los malos informes sobre la “tierra” antes que creer a aquella minoría (Josué y Calev) que les estaba mostrando el camino de la inminente Redención.

Nos resulta significativo, que fuese en relación con este episodio que Moisés cambiase el nombre a Josué, como versa: “Y llamó Moisés a ÆwWH Hoshéa, hijo de Nun, ÆwWHY Yehoshúa (Números/Bemidbar 13:16), que son las mismas letras que HÆWwY yeshuá (salvación). Como se dijo, el más conocido precedente bíblico, sobre la modificación de un nombre, es el de ìÿBA Abram, a quién le fue añadida una letra (concretamente una H He) pasando a llamarse ìHÿBA Abraham. En los escritos apostólicos encontramos también un ejemplo muy representativo (véase Mateo/Matai 16:18) cuando el principal discípulo de Yeshúa, HNWY RB IWEMw Shimón bar Yona, es llamado Cefas (Aöëï jefá o Aöëk Kefá) “piedra”, que es la palabra aramea equivalente al término hebreo ÆLæ sela, tras serle encomendado liderar la congregación de los creyentes en Yeshúa.

Así pues, un cambio de nombre sería la expresión de un nuevo estatus espiritual, ahora debemos preguntarnos ¿Por qué es añadida precisamente una Y yod al nombre de Josué? Al respecto de dicha letra, si leemos en un ÿöæ séfer manuscrito o en un wÄWç jumash impreso en hebreo, observaremos otra peculiaridad (véase al respecto Rashí: Sifté Cohén), como versa: “Y ahora engrandezca (LÂGë yigdal) por favor, la fuerza de YNÂ`A A-donai como hablaste diciendo: «el Eterno, lento para la ira y grande en gracia» (Números/Bemidbar 14:17 y 18). Nos parece significativo que en el versículo que precede la invocación de los atributos de gracia en favor del pueblo aparezca una yod agrandada (en la palabra LÂGë yigdal).

Dos letras yod, una precede la misión de los espías, y otra aparece en el momento de la intercesión de Moisés por el pecado del pueblo. Como se dijo (véase del mismo autor El Fundamento del mundo 7:5), en ciertos contextos, dicha letra vendría a insinuarnos la muerte expiatoria del Mesías, cuya acción salvífica, aunque tuvo su cumplimiento específico en un momento concreto de la Historia, en un sentido espiritual precede a la Creación misma, como se declara: “Sabiendo que fuisteis rescatados […] con la sangre preciosa del Mesías, como un cordero sin defecto ni contaminación, ya provisto desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado al final de los tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro/Shimón Kefa 1:18-20, véase Pirké DeRabí Eliezer 3:2).

Todo ello vendría a hablarnos proféticamente de como en un futuro, el Mesías habría de manifestarse al pueblo de Israel, mostrándoles el camino de la Redención, y esto no de forma tácita sino con claridad meridiana, como nos lo insinúa también la citada yod agrandada, pues LÂGë yigdal puede ser leído como Y yod y LÂG gadal (engrandecer la yod), esto es, una “señal” grande e inequívoca y tan evidente que, será o no recibida pero nunca podrá ser ignorada pero, desgraciadamente, aquella generación no quiso aceptarla, como también fue dicho: “A la roca que te engendró despreciaste” (Deuteronomio/Devarim 32:18) y aquí “te engendró” (VDLY yeladeja) la yod aparece escrita más pequeña.

Siguiendo con el tema de la acción mediadora del Mesías, volvamos sobre una cuestión que se trató anteriormente: La à Vav como nexo entre las dos letras H He del Shem Hameforash H-W-H-Y:

HàH
HVH

Tuvimos ocasión de ver como la primera letra H he (derecha) representaba al aspecto femenino superior (HNëB Biná-entendimiento) y la segunda H he (izquierda) el aspecto femenino inferior (ÜàKLÄ Maljut-reino). Por su parte, la letra W vav, equivalente al aspecto masculino inferior Z”a, actuaba a manera de “gancho (àà vav) espiritual” estableciendo un vínculo entre ambos. Como se dijo, esto vendría a insinuarnos la labor mediadora del Mesías hecho hombre, Quien restablecería el nexo entre los Cielos y la tierra, como versa (1 Timoteo 2:5): “Porque hay un solo Dios y asimismo un Mediador (RWæRæ sarsur) entre Dios y los hombres: Yeshúa el Mesías hombre” (véanse también 1 Corintios 15:45-47, Zohar Pekudé 257a).

Al respecto, nos parece significativo volver a nuestra cita del Zohar con relación a este punto: “Sé amo de tus hermanos (Génesis/Bereshit 27:29). ¿«Sé» (HàH hevé) y no dijo (los más usuales) HYH heyé o HYHÜ tiyé? Porque es un misterio supremo de la fe, pues estas letras son el misterio de la fe: H He arriba, à vav en medio, H he después. Y debido a esto se dijo: «Sé (HàH hevé) amo de tus hermanos», ejerciendo tu dominio sobre ellos y sometiéndolos a ellos […] Rabí Yosi dijo: Todo (esto) es (para) cuando llegue el Rey Mesías” (Zohar Toledot 143a).

Aunque el contexto de la profecía estaría enmarcado en la relación entre Jacob y su hermano Esav (junto a los descendientes de ambos) (43), el término “hermanos” (ìëçA ajim) en plural y no hermano (çA aj) en singular, ya empezaría a sugerirnos que dicho vaticinio trascendería aquella relación fraternal concreta, pues Jacob solo tenía un hermano y de ningún modo podemos calificar a la descendencia de Esav como “hermanos” (ìëçA ajim) de Ya’akob. ¿Qué colectivo podría corresponder en un futuro a dicho apelativo? Aunque el pueblo de Israel es llamado “los hijos de Jacob”, es indudable que en este contexto la expresión “sus hermanos” vendría a ser sinónimo del pueblo judío.

¿Qué sentido tendría que Ya’akob pueda “ejercer su dominio” sobre el pueblo de Israel? ¿Por qué esto solo habrá de darse en los tiempos del Mesías? En ocasiones, el personaje de Jacob, es presentado por los comentaristas como un tipo profético del Mesías, siendo a veces la expresión de algunos de Sus atributos, como versa: “(Dios) otorga verdad (ÜÄA emet) a Ya’akob” (Miqueas/Mijá 7:20), y también: “Ya’akob era un hombre íntegro que habitaba en tiendas”  (Génesis/Bereshit 25:27). “Integro” (ìÜ tam) lo cual se relacionaría con el âëÄÜ IBÿQ Korbán tamid o sacrificio continuo (véase, entre otros, Números/Bemidbar 28:3) como una insinuación de la obra expiatoria del Mesías. Y también: “Habitaba en tiendas” (ìëLHA ohalim) lo que vendría a hablarnos del Mesías hecho hombre, Quien “puso Su tienda (LHA ohel) en medio de nosotros” (Juan/Yojanán 1:14, véase también Zohar Toldot 139b). En esta línea, los sabios llegaron a afirmar del patriarca: “El Santo, Bendito sea, llamó Dios a Ya’akob, diciendo: Yo soy Dios en lo Alto (y) tú eres Dios en lo bajo” (ídem 138a).

Bajo esta perspectiva, podemos entender nuestro Zohar como una referencia al rechazo del Mesías, pues solo a través de la fe en Él, Éste podrá ejercer Su autoridad sobre Su pueblo, restableciendo el vínculo (“la à Vav en medio”) entre lo Alto (“la H He arriba”) y lo bajo (“y H He después”) pero, desgraciadamente, según la opinión de los sabios dicha situación quedaría relegada a “cuando llegue el Rey Mesías”, esto es, a Su regreso en calidad de D”BÄ Mashíaj ben David, pues fue dicho: “Y dado que te has rectificado con la señal del Pacto, por eso la Biná descendió con yod-he-vav (àäë) para unirse con la ä he (final) a través del Tsadik, por ti. El Santo, Bendito Sea, te otorgó la señal del Pacto justo de Él(Zohar Mishpatim 114b). “El Pacto justo”, esto es, el Tsadik que guardó el pacto, Aquel mismo que establecería un Nuevo Pacto (véase Jeremías/Yermeyá 31:31) a través de Su sangre derramada en expiación.

Extracto de capítulo 3

3.5 LA ÁYIN DE YESHÚA

Con la Æ Áyin llegamos a la última letra del nombre “Yeshúa”. Su significado es “ojo” (áyin IYÆ), y en esta acepción, podemos encontrarla en las Escrituras con relación al Espíritu de Dios o Espíritu Santo (wÂQH çWÿ Rúaj Hakódesh), como versa: “Estos son los siete ojos (YNëÆ ené) del Eterno que recorren toda la tierra” (Zacarías/Zejariá 4:10).

Además, áyin tiene la acepción de “fuente de agua”. La primera vez que dicho término aparece en la Torá, se halla vinculado a una visión profética, como se declara: “Y la hallo el ángel de El Eterno junto a una fuente de agua (IYÆ ein)” (Génesis/Bereshit 16:7), lo que vendría a relacionar los dos significados.

En las palabras de Yeshúa encontramos otra mención de la palabra “áyin” que relacionaría de nuevo ambos sentidos, como versa: “El que beba del agua que Yo le daré no tendrá sed jamás. Sino que el agua que Yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente (IYÆ ain) de agua que salte para vida eterna” (Juan/Yojanán 4:14). Esta declaración, muy en la línea de Isaías 12:3, haría referencia al Espíritu Santo que habría de descender, como fue dicho: “El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de aguas vivas. Esto dijo del Espíritu que iban a recibir los que creyesen en Él” (ídem 7:38 y 39).

Anteriormente se dijo que la última H He (izquierda) del wÿàöÄH ìw Shem HaMeforash se correspondía con la sefirá de ÜàKîÄ Maljut-reino, en referencia al mundo sensible ya próximo a nuestra realidad material. También decíamos que dicha letra simbolizaría la HNëïw Shejiná o Presencia Divina en lo bajo, pues la Shejiná de Arriba, tenía su expresión en la primera H He (derecha) del Nombre, vinculada con la sefirá de HNëB Biná-entendimiento.

Haciendo un paralelismo entre ésta y la Æ Áyin de Yeshúa, diríamos que esta cuarta letra vendría a simbolizar la manifestación del Espíritu Santo en el mundo.

Al respecto, veamos las siguientes palabras del Maestro: “Pero cuando venga el Espíritu de la Verdad (TMAH-çWÿH haRúaj haEmet) Él (AWH Hu) os guiará a toda la verdad, pues no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo cuanto oiga […] Tomará de lo Mío y os lo hará saber. Todo (îk col) lo que tiene el Padre es Mío, por eso dije que tomará de lo Mío y os lo hará saber” (Juan/Yojanán 16:13-15).

Estos versículos vendrían a resumir algunos conceptos abordados a lo largo del capítulo, como en el pasuk: “Todo lo que tiene el Padre es Mío”: Como ya se explicó, existe un estrecho vínculo entre HÄKç Jojmá-sabiduría (llamada en el lenguaje de los partsufim ABA Aba-padre) y HNëB Biná-entendimiento (véase Zohar Sheminí 36a). La primera nos hablaría del propósito creador de Dios aún a nivel de pensamiento, mientras que la segunda se correspondería con la “verbalización” de éste. Dicho proceso no ocurriría, por así decirlo, en un solo sentido, sino que supondría un constante “ir y venir” como se insinúa en las palabras: “Corrían (AWCÿ ratsó) y volvían (BWwW veshob)” (Ezequiel/Yejezkel 1:14). Esta íntima comunión vendría a ser referida en las citadas palabras: “Todo lo que tiene el Padre es Mío” (44). Y también “Hablará todo lo que oiga”: Esta frase vendría a expresar el siguiente paso en el “canal de transmisión”, ya a nivel de A”å Zeir Ampín. Hay un versículo que nos serviría de puente para hablar de esta fase, pues vincularía “la Palabra” (ÿBDH Hadavar) y “el Espíritu” (çWÿ Rúaj), presentando a ambos como “co-arquitectos” de la Creación, como versa: “Por la Palabra (ÿB Dabar) del Eterno se hicieron los Cielos, y por el Espíritu (çWÿ Rúaj) de Su boca, sus huestes” (Salmos/Tehilim 33:6).

Dijimos que A”å Zeir Anpín estaba simbolizado por la W Vav (que en el Nombre YHVH y en Yeshúa coinciden en la tercera posición). Esto era así tanto por el significado de su nombre: “Gancho” conector, como por su valor numérico seis, equivalente al número de sefirot pertenecientes a dicho partsuf. Todo esto nos conducía hasta la última letra que era la Æ Áyin, donde pudimos hacer un paralelismo entre el significado de su nombre “ojo” y también “manantial” y el derramamiento del Espíritu Santo. Además, su valor numérico setenta nos llevaría a incluir a las “setenta naciones” (Génesis/Bereshit 10:32), a los setenta del Sanhedrín (Levítico/Vayikrá 11:16, Zohar Vayejí 241a) y la revelación de las setenta facetas de la Torá, todo ello a través del rol desempeñado por el Mesías (ídem Vayikrá 20a). Pues toda la humanidad habrá de someterse a Su autoridad, como fue dicho: «Y los gobernantes se postrarán ante ti» (Génesis/Bereshit 27:29) cuando venga el Rey Mesías, como está escrito (Salmos/Tehilim 72:11): «Todos los reyes se inclinarán ante él, todas las naciones le servirán» (Zohar Toledot 143a). Y esto ocurrirá en el contexto de la Era Mesiánica, a la que haría alusión dicho valor numérico (45).

En el contexto de Su labor “mediadora”, podríamos establecer un paralelismo entre las letras del nombre “Yeshúa” y los diferentes partsufim englobados en el Nombre YHVH para ilustrar el “mecanismo” de transmisión de la luz de Dios al mundo.

ÆWÖY        H-W-H-Y
Yeshúa                             YHVH     

Las dos letras ë Yod estarían vinculadas a Kéter, lugar de donde procedería el Espíritu del Mesías (véase Arba meod Shékel Késef 241) y a HÄKç Jojmá, que es llamado ABA Aba-Padre. Pues Yeshúa siempre presentó al “Padre” como la fuente de Su autoridad, como versa: “No puede el Hijo hacer nada de Sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre” (Juan/Yojanán 5:19).

La letra w Shin al ser una expresión de rigor (véase Séfer Yetsirá 3:9) podríamos relacionarla con la primera H he del Nombre, pues esta letra se corresponde con HNëB Biná-entendimiento, que es la raíz de HRWBG Gueburá, y está asociada al nombre Elokim (véase Sha’aré Orá 80a).

La à Vav no solo compartiría la tercera posición en ambos Nombres sino que también desempeñaría una función análoga al actuar a manera de “vínculo”, como ya se explicó.

La E Áyin haría referencia a la HNëKw Shejiná de abajo, circunscrita a la promesa de la venida del Espíritu Santo, como versa: “Recibiréis poder (HÿàBG gueburá) cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos/Ma’asim 1:8). Pues aquí hablaríamos de “poder” en relación a Maljut, sefirá que tiende al rigor (HÿàBG gueburá).

En los escritos apostólicos hay un pasaje, a nuestro entender muy significativo, donde estas enseñanzas aparecerían insinuadas, como versa: “Todo el que hace la voluntad (A”A Aríj Ampín) de Mi Padre (ABA Aba) que está en los Cielos, ése es Mi hermano (A”å Zeir Ampín), Mi hermana (ABQN Nukvá) y Mi madre (AMA Ima) (Mateo/Matai 12:50). En este versículo hallamos la mención explícita de los cinco partsufim, describiéndolos como “hacedores” de la voluntad (IWCÿ ratsón) de Dios.

Como ya se dijo, el número setenta haría alusión a las “setenta naciones”, concepto que englobaría a todos los pueblos de la tierra a excepción de Israel, que en  sentido estricto, sería el 70 + 1. Este número en su IêQßÿpæM mispar katán (valor simple 7 + 0 = 7) también vendría a simbolizar el mundo natural, siguiendo el patrón de la Creación, acontecida en siete días (véase Génesis/Bereshit 1). Que en este conjunto esté también incluido el Shabat, nos retrotrae a un principio de trascendencia, pues dicha jornada nos recuerda la “ausencia” de obra creadora por parte de Dios, instándonos a “imitar” dicha actitud, como versa: “Y reposó (Dios) el día séptimo de toda obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santíficó, porque en él reposó de toda la obra que había creado para hacer” (Génesis/Bereshit 2:2 y 3). Aun así seguiríamos moviéndonos necesariamente dentro del ámbito del mundo físico, pues el verdadero “salto” al mundo trascendente estaría simbolizado por el ocho, número que no hayamos mencionado de forma explícita en el relato de la Creación.

Sin embargo, el número setenta también haría referencia a un Israel, por así decirlo, “primigenio”. Nos estamos refiriendo a las personas que descendieron con Ya’akob a Egipto, como se declara: “Todas las personas de la casa de Ya’akob que fueron a Egipto fueron setenta” (Génesis/Bereshit 47:27). Un vistazo más atento a este pasaje, nos lleva a observar lo siguiente: “Todas (Lk col) el alma (ÖöNH hanéfesh) las que fueron con Ya’akob a Egipto, formadas (YAûY yotsé) de su muslo (àïŸë yerejó) […] todas (Lk col) álma (ÖöN néfesh) sesenta y seis”, y añade: “Y los hijos de Yosef, que le nacieron (âLY yulad) en Egipto, dos álma (ÖöN néfesh). Todas (Lk col) el álma (ÖöNH hanéfesh) de la casa de Jacob que descendieron a Egipto, setenta” (ídem 46:26 y 27).

La cuenta sería la siguiente: Con Ya’akob descendieron sesenta y seis, en Egipto ya estaban Yosef y sus dos hijos Efrayim, y Menashé (hasta aquí sesenta y nueve) y contando a Ya’akob mismo sumarían setenta (46).

Esta ocasión daría un nuevo cumplimiento a la profecía de Rajel sobre Yosef en el día en el que le puso nombre, como versa: “Y llamó su nombre José (Fæàë Yosef) diciendo: me añadirá (Fæë Yosef) otro hijo” (ídem 30:24); pues Yosef “añade”, al cómputo general de los setenta, los tres individuos que completan dicho número.

Nos parece interesante reseñar el vocablo empleado al hablar de los hijos de Jacob: àïŸë yerejó, que es muy distinto al usado en referencia a de los de Yosef “que le nacieron” âLY yulad. Esta misma expresión será puesta en boca de Jacob cuando llame a Yosef poco antes de morir, como versa: “Pon tu mano bajo mi muslo (YïŸY yerejí) y harás conmigo gracia (âæç jésed) y verdad (ÜMA emet)” (ídem 47:29). Veámoslo con más detenimiento: “y harás” (veasita):

Veasita             TYÖEW

Lo cual podría leerse como:

Yeshúa-tav      T EWÖY 

Veamos ahora la expresión que le sigue “conmigo” (imadí):

Imadí                YDME

La cual también podría leerse como: “Amí” (mi pueblo) y una letra dálet.

Amí-dálet         D YME

Y también como “damí” (mi sangre) y una letra Áyin:

Damí-Áyin        E YMD 

Tomado en su conjunto, podríamos ver insinuado lo siguiente: Ya’akob (el pueblo de Israel) recibirá al final de los tiempos a Yosef, esto es, al ë”BÄ Mashíaj ben Yosef (véase Zacarías/Zejariá 12:10), reconociendo que a través de Su muerte expiatoria (simbolizada aquí por la letra Ü Tav de TEàÖë Yeshuat). Con ello “Mi pueblo” (YME amí) hallará la “puerta” (ÜLâ délet) de la gracia (âæç jésed) de Dios y la verdad (ÜMA emet)”, como también fue anunciado: “Enviará Dios Su gracia y Su verdad” (Salmos/Tehilim 57:3/4). Una realidad espiritual que también vendría subrayada por la expresión “Mi sangre” (YM damí), como versa (Mateo/Matai 26:28): “Esto/a es Mí sangre (YM damí) […] que va a ser derramada por muchos”, y a estos “muchos” aludiría la E Áyin, cuyo valor numérico setenta nos insinuaría a Israel y también al resto de las naciones, como se dijo (47).

Esta última letra del nombre “Yeshúa” nos hablaría de la consumación de la obra del Mesías al acercar el “Reino de los Cielos” (ìëMwHÞTWïLÄ Maljut Hashamáyim) a la tierra, como versa: “Arrepentíos porque el Reino de los Cielos se ha acercado” (Mateo 3:2).

Volviendo al lenguaje de los partsufim, dijimos que A”å Zeir Ampín (aspecto masculino inferior) era representado en el Nombre YHVH mediante una letra W Vav por contener éste seis sefirot. Sin embargo, la íntima conexión entre la última de estas: Dàæë Yesod-fundamento con ÜàïîÄ Maljut-reino nos muestra también la perspectiva de un conjunto de siete partes, como versa: “La Luz suprema (Zeir Anpín) y la Luz inferior (Nukva) están incluidas como uno, llamándose veatá (y tú), como fue dicho (Nehemías/Nehemiá 9:6): Y Tú (äÜAà veatá) das vida a todos” (Zohar Tetsavé 179b) (48). De esta forma la W Vav se convierte en å Zayin, de valor numérico siete. Los sabios se refirieron a este hecho relacionándolo con la palabra “IåWA ozen” (oído):

izut
Ozen

La primera letra A Álef, como expresión de “unidad”, vendría a hacer referencia a ÿÜk Kéter-corona, y la I Nun (al final), por su valor numérico cincuenta, aludiría a los “cincuenta portales de HNëB Biná-entendimiento”, pues Kéter por su elevadísima posición, solo es accesible a través de Biná. Y la à Vav junto a la å Zayin vendrían a formular el concepto del “seis que se transforma en siete” conectando los Cielos con la tierra”, no ya al nivel de “día común” (LWç jol) sino de día de TBw Shabat, como símbolo de la futura Era Mesíanica; lo cual también se halla aludido en las palabras del Maestro, como versa: “(el Espíritu Santo) hablará todo lo que oiga(Juan/Yojanán 16:13).

Al hablar de la revelación del Mesías a nivel de ÜàïîÄ Maljut-reino, nos parece relevante volver al ya citado pasaje de Isaías de forma más detenida, pues estas palabras que dirigió el profeta al rey Ajaz, fueron interpretadas por los discípulos de Yeshúa (véase Mateo/Matai 1:22 y 23) como un anuncio de la venida del Mesías:

“Por lo tanto el Señor Mismo (AWä ëND-A A-donai Hu) dará para vosotros señal (TWA ot), he aquí la virgen (äÄLEä ha’almá) quedará preñada y dará a luz (TDLëW veyolédet) hijo (IB ben), y llamará su nombre (WÄw shemó) LA WNÄE Imanu El(Isaías/Yeshayá 7:14).

Comenzaremos diciendo que se ha esgrimido el argumento simplista de que el comentarista Mateo (Matai) tradujo de forma incorrecta el termino äÄLE almá como “virgen” o “doncella” cuando su verdadera acepción es la de “mujer joven”. De ser esto cierto, solo podríamos sacar dos conclusiones: Que Mateo no conocía bien el hebreo o que pensaba que sus lectores nunca descubrirían el engaño.

Ambos razonamientos resultan del todo impensables, como también nos parecería ridículo creer que solo ahora, tras dos mil años de error, por fin conociésemos la “verdad”: Que el autor bíblico (Leví ben Jalfai de sobre-nombre Matai) era (Dios nos libre) un “ignorante”.

Ante estas afirmaciones de carácter más apologético que exegético, diremos que la palabra äÄLE almá (mujer joven) es también usada en la Biblia con el significado de “virgen” o “doncella”, como versa: “Tu nombre es como ungüento derramado, por eso las doncellas (TWÄLE alamot) te aman” (Cantares/Shir Hashirim 1:3). En este sentido, dependiendo del contexto, vendría a ser sinónimo de la más conocida expresión HLWTB betulá. Sin embargo äÄLE almá nos vendría a insinuar un principio de misterio y ocultación (OLE ulam) (49). Pasando a otra cuestión, observamos como el citado versículo encierra todo un compendio de insinuaciones sobre la venida al mundo del Mesías. La primera sería el Nombre divino empleado por Isaías: “El Señor Mismo” (A-donai Hu):

AWH YND-A
A-donai Hu

Los Sabios vincularon el nombre A-donai con el nivel de ÜàïîÄ Maljut-reino. Nos parece relevante que fuese precisamente en este ámbito donde la “señal” prometida al rey Ajaz, tuviese su cumplimiento.

En Maljut, la luz de Dios se halla oculta detrás de “gruesas vestiduras” las cuales llegan a opacarla casi en su totalidad. Sin embargo, y a pesar de esta oscuridad, sigue siendo el propósito divino revelar Su presencia en el mundo, y establecer en él una morada. Con este propósito, permitió a Su HNëKw Shejiná habitar en lo bajo para que el hombre, a través de su servicio al Creador, pudiese tener acceso a retazos de la luz divina.

El pronombre personal, AWH hu (Él), vendría a redundar sobre dicha idea:

AWH
Hu

Estableciendo de nuevo un símil con el Tetragrama, diríamos que la H He simbolizaría aquí a HNëB Biná-entendimiento (50). A este nivel podríamos hablar de un principio de “auto-limitación” en la naturaleza del Mesías en Su “descenso” al mundo, pues Él es comparado a HÄKX Jojmá-sabiduría (véase Proverbios/Mishlé 8:22). Como se dijo, solo a nivel de Biná comenzaríamos a hallar los primeros indicios de dualidad, de cómo la naturaleza del Mesías, la cual desde la eternidad fue establecida, antes del principio de la tierra (véase ídem 8:23), podría llegar a ser vista (Dios nos libre) como una entidad separada de Su fuente espiritual. En esto consistió el error de Elishá ben Abuyá, quien pensó que podía haber dos poderes (véase Jaguigá 15a).

La W Vav, como se dijo, nos hablaría del vínculo establecido entre lo Alto y lo bajo “desde el flanco de la gracia” (Zohar Pekudé 227a) a través del Mesías hecho hombre. Por último, la Álef nos retrotrae al cumplimiento del propósito divino de revelar Su Unidad en el mundo durante los tiempos del Mesías.

La siguiente expresión TWA ot (señal), vendría a insinuarnos la consumación de dicho proceso:

TWA
Ot

Pues el Mesías, quién es llamado “La A Álef y la T Tab”, en griego el Α alfa y la Ω omega (véase Revelación/Jizayón 1:8), supone el ámbito de la acción de Dios sobre los mundos sensibles desde el principio (simbolizado por la Álef, como primera letra del alefato) hasta el final (representado por la Tav, que es la última de las letras hebreas), y en medio la Vav, simbolizando al Mesías hecho hombre, Quién realiza el tikún o rectificación que restablece el nexo entre Dios y los hombres ejerciendo de “hilo conductor” de la Historia.

Las dos palabras siguientes: TDLëW veyolédet (y dará a luz) y IB ben (hijo) nos hablarían también de aspectos inherentes a la naturaleza del Mesías-hombre, pues fue dicho: “Porque niño (DLë yéled) nos es nacido, hijo (IB ben) nos es dado” (Isaías/Yeshayá 9:6). Sobre las implicaciones mesiánicas del nombre “ben” ya tuvimos oportunidad de hablar, y en DLë yéled podemos encontrar insinuada la absoluta completitud en la obra del Mesías a través de la expresión ëD dai (suficiente), y una letra L Lámed, la cual como preposición nos indicaría la dirección a seguir, y por su valor numérico treinta, como ya se indicó, nos apuntaría al comienzo del ministerio de Yeshúa (véase Lucas/Nakai 3:23) y del reinado de David (véase 2 Samuel/Shmuel 5:4) ambas circunstancias enunciadas como pregusto de la Era Mesiánica.

Con respecto a la expresión WÄw shemó (al igual que vimos con su equivalente en primera persona ëÄw Shemí) podríamos leerlo como shem y una letra Vav:

W OÖ
Shem-vav

Esto es, “el nombre de la Vav”, lo cual redundaría sobre lo ya expuesto acerca del Mesías hecho hombre
(véase también Sha’ar Rúaj Hakódesh 142).

Y por último un nombre profético: LA WNÄE Imanu El. Dicho apelativo nos hablaría de la manifestación del Dæç Jésed o gracia divina en el mundo pues, como se dijo, “El” estaría asociado con dicha sefirá. La expresión “WE imanu” (entre nosotros) haría referencia a la manifestación del Mesías al nivel de Maljut-reino. Lo cual es refrendado por la palabra man (maná), el cual bajo del Cielo (en referencia a A”Z Z”a) a la tierra (véase Éxodo/Shemot 16:31) y que Yeshúa citó en referencia a Sí mismo, como versa: “Yo soy el pan que descendió del Cielo” (Juan/Yojanán 6:41).

Que el nombre “Yeshúa”, empiece por yod y acabe por áyin, vendría también a ilustrarnos sobre el orden establecido por Dios para la redención del mundo:

EY
Yeshúa

La ë Yod, como inicial de îARwë, Israel nos hablaría de la prioridad que tuvo el pueblo escogido en este proceso, como versa: “Deja primero que se sacien los hijos” (Marcos/Tadai 7:27). La E Áyin, además de su ya mencionado valor numérico setenta, en referencia a las “setenta naciones”, es la inicial de OE am (pueblo), lo que nos insinuaría la futura inclusión de éstas en el “redil” de Dios, como versa: “Tú pastorearás las naciones (OëÄE amim) sobre la tierra” (Salmos/Tehilim 67:4/5). Y también: “Los gobernantes se postrarán ante ti (Génesis/Bereshit 27:29) cuando venga el Rey Mesías, como está escrito (Salmos/Tehilim 72:11): Todos los reyes se inclinarán ante Él, todas las naciones le servirán” (Zohar Toledot 143a).

Ya tuvimos ocasión de reflexionar (véase del mismo autor Camino de Redención 2:3 y 4) sobre el misterio de la salvación de las naciones, y cómo los sabios, explicaban el versículo “Tu Rey viene a ti, justo y salvador, humilde y montado sobre un burro, un pollino hijo de asna” (Zacarías/Zejariá 9:9), en referencia a “dos coronas” (burro y pollino) a través de las cuales ejercen dominio los pueblos (véase Zohar Vayehí 238a).

No resulta novedoso decir que el Mesías posee en su “a.d.n.” sustanciales aportaciones de sangre no judía, como Rut o Tamar, pero si es sorprendente que los sabios nos enseñen que el Mesías se habrá de revelar al pueblo de Israel desde dos “aspectos” provenientes de las naciones, llamados en forma alegórica “burro” y “pollino”. ¿Bajo qué acepción se presentaría el Mesías ante Su pueblo? De forma contraria a como lo hizo con los gentiles, aquí primero es llamado “Rey” en referencia al â”BÄ Mashíaj ben David y solo a continuación es denominado “pobre” (ëNE áni), en alusión al ë”BÄ Mashíaj ben Yosef.

En todo ello podemos ver insinuado el IWQT tikún o rectificación que el Mesías habría de realizar sobre las naciones, de una naturaleza distinta al que haría sobre el pueblo de Israel.

Paradójicamente, Yeshúa, aunque condenado, en primera instancia, por un Iëâ}ÜëB bet din o tribunal rabínico (véase Mateo/Matai 26:66), tuvo que sufrir un segundo proceso a manos de la autoridad romana (véase ídem 27:2). Esto le supuso una muerte totalmente ajena a lo prescrito en la Torá, por así decirlo, es como si el Mesías hubiese sido en ese momento alejado del “ámbito de Israel” (51) para padecer dentro de la oscura klipá de Edom, lo que nos llevaría al cumplimiento de esta otra afirmación: “Resplandeció para ellos desde Seir” (Deuteronomio/Devarim 33:2).

Por iniciativa del gobernador romano, fue puesto sobre el madero un cartel con una proclama, como versa: “Y pusieron sobre Su cabeza Su causa escrita: Éste es Yeshúa, el Rey de los judíos” (ídem 2737). ¿”Su causa”? ¿Acaso la proclama anunciaba sedición, rebelión o cosa semejante? Más bien publicaba el título del Mesías visto desde el lado de los gentiles.

Otro cronista completa esta información añadiendo: “Escrita con letras griegas, latinas y hebreas”
(Lucas/Nakai 23:38).

El título “Rey de los judíos”, es un atributo del lado de las naciones, pues esta es la forma en como los gentiles ven al Mesías, como versa: “Llegaron a Jerusalén unos magos que venían de oriente diciendo: ¿Dónde está el que ha nacido, el Rey de los judíos(Mateo/Matai 2:1 y 2) y también: “Entonces Pilato le preguntó: ¿Eres Tú el Rey de los judíos?” (Lucas/Nakai 23:3). Que dicho atributo no proviene de Israel sino de las naciones queda subrayado por las palabras de los miembros del sanedrín que dan pie a la citada declaración: “Él mismo (dice que) es el Mesías Rey (XëwÄH èîÄ Mélej HaMashíaj) (ídem 23:2), pues en el ámbito de la santidad Él es llamado “Rey de Israel” (îARwë èîÄ Mélej Israel) (Sanhedrín 98a) y no “Rey de los judíos” (52). Así pues, el título fue escrito en tres idiomas:

Griego: Basileus ton ioudaion ΒΑΣΙΛΕΥΣ ΤΩΝ ΙΟΥΔΑΙΩΝ
Latín: Rex iudeorum
Hebreo: Mélej hayehudim OëâàHëH èîÄ

Nos resulta sencillo seguir la pista de los dos primeros idiomas, pues vendrían a simbolizar el IàÙëÜ tikún de las naciones ya que, en aquel momento, la mayor parte del mundo civilizado se hallaba bajo la impronta de Roma (a la que aludiría la frase en latín) siendo entonces el griego la “lingua franca” en dicho territorio, extendiendo su influencia incluso más allá de las fronteras del Imperio (53).

“Un título sobre Él (Eî lo)” (Lucas/Nakai 23:38). La letra Lámed es usada como preposición indicando dirección o pertenencia (î le) lo que nos insinúa como dicho título iba dirigido a las (E) “setenta naciones”
y no a Israel.

Pero ¿Qué ocurre con la misiva escrita en hebreo? Las Escrituras nos declaran de forma inequívoca que la obra expiatoria del Mesías fue dirigida, de forma indistinta, tanto a judíos como a gentiles (véase Romanos 3:30), sin embargo, pensar que Israel debe ser rescatada de la klipá contradeciría el propio texto bíblico pues la descendencia de Ya’akob es, por designio divino, una “nación santa” (Éxodo/Shemot 19:6), como versa: “He aquí que (los Hijos de) Israel son santos y provienen del flanco de la santidad, como está escrito (Jeremías/Yermeyá 2:3): «Israel es santo para el Eterno» (Zohar Pekudé 225b). Pues, como se ha dicho, “Rey de los Judíos” es un atributo surgido de las naciones y no del seno de Israel.

Debemos pensar que dicho escrito aludiría a la “multitud mezclada” o BR BRE éreb rab, como versa: “También subió con ellos una gran multitud mezclada” (Éxodo/Shemot 12:38). Y de este colectivo fue dicho: “Tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido […] se han hecho un becerro de fundición y se han postrado ante él” (ídem 32:7 y 8).

La misma expresión “ereb rab” vendría a insinuarnos esta idea, leído como una letra E Áyin y dos veces “BR rab” (grande/numeroso):

BR  BR  E
   Rab           Rab         Áyin

Como se dijo, la Áyin aludiría aquí a las “setenta naciones”, por lo que rab nos insinuaría, en primera estancia, a Esav/Edom como paradigma del dominio gentil, quien le dijo a Israel: “Tengo mucho (BR rab) (Génesis/Bereshit 33:9). Y también se vincularía con la gran (BR rab) estatua del sueño del rey Nabucodonosor (véase Daniel 2:31), donde se augura el dominio de los imperios mundiales. Aun así cabría preguntarse: ¿Por qué dos veces “rab”? El primero aludiría al tikún del Mesías efectuado mediante el atributo de âæç BR Rab Jésed (véanse Éxodo/Shemot 34:6, Números/Bemidbar 14:18), como se declara: “Inmediatamente dijo el ángel que destruía: ¡Basta (BR rab) ya!» (1 Crónicas/Divré Hayamim 21:15). ¿Qué significa: «Basta» (BR rab)? He aquí que esto ya ha sido establecido (Berajot 62b): Toma al grande (BR rab) (Zohar Vayakhel 214a), esto es, toma al más grande, al Mesías, en expiación por todos ellos. El segundo “rab” sería su opuesto desde el otro lado (sitrá ajará) que es de nuevo “Esav, el rab de las klipot (ApLQD BR rab diklipá) quien es «rojo» (del aspecto) del juicio severo” (Likutei Moharán 8:4).

Así pues, aquella “causa” escrita en hebreo personificaría la rectificación espiritual de los conversos de todas las épocas, de aquellos que se acercaron al pueblo santo aunque sus almas no procedían del seno de Israel sino de la idolatría.

A este respecto, nos parece interesante hacer un paralelismo entre los siguientes textos: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena(Mateo/Matai 27:45), y este otro: “¿Por qué los llamó multitud mezclada (BR BRE éreb rab)? […] porque ellos hacían sus nigromancias siempre […] desde el comienzo de la hora sexta y media hasta el comienzo de la hora novena y media, o sea, la gran tarde (BR BRE éreb rab) […] como está escrito (Éxodo/Shemot 32:1): Moshé se había demorado (wwB boshesh) en bajar de la montaña” (Zohar Ki Tisá 191a y b), donde “demorado” (wwB boshesh) puede leerse “con seis (wwB beshesh), esto es, que descendió del monte a la hora sexta, cuando los Éreb Rab habían corrompido al pueblo de Israel construyendo un becerro de oro, como se declara: “Cuando llegó la hora sexta y el día estaba en su peso (el punto justo del medio día) quitaron el oro que quitaron de sus orejas […] rompiendo sus orejas (y demostrando así) que no tenían parte en el Nombre sagrado y en el pueblo santo” (ídem 192a) (54).

En la narración de la muerte de Yeshúa, aparecen tres elementos introducidos por Edom con la intención de aumentar, aún más si cabe, Su humillación y padecimiento:

Corona de espinas: IëCàÙ§RÜk Kéter Kotsim (Mateo/Matai 27:29).
Manto escarlata: IÄGRA îëEÄ Meil argamán (ídem 27:28).
Báculo en Su mano derecha: IëÄë~HNÙ Kané yamín (ídem27:29).

Éstos podrían ser identificados con las tres klipot totalmente oscuras, que son en sí “la raíz de todo mal” (Zohar Yitró 81a). La primera, como su propio nombre nos indica, estaría asociada a Kéter (corona) de la klipá. (ApëLQD RÜk kéter diklipá). Este grado se vincularía también con la ya mencionada “causa” escrita en tres idiomas, formando ambos esta “corona” de la “cascara de las naciones”, pues fue dicho: “Todas las naciones son como IëA en (nada) frente a Él” (Isaías/Yeshayá 40:17), y IëA en es un nombre de Kéter (55). Una percepción del Mesías desde Kéter de la klipá se relacionaría con la dificultad de las naciones a la hora de interpretar la revelación de divinidad que recibieron a través de Él, pues no pudieron evitar caer en la red del sincretismo.

Vayamos ahora al segundo elemento, según fue dicho: “Y, desnudándole, le echaron encima un manto escarlata (IÄGRA îëEÄ Meil argamán)” (Mateo/Matai 27:28). Dicha vestimenta se vincularía con ÜRAöÜ Tiféret-belleza, conforme a lo escrito: “Se vistió con las vestimentas de púrpura (IÄGRA argamán), que viste el Rey Supremo, Santo y se denomina Tiféret(Zohar Beshalaj 51b); siendo el manto impuesto por Edom su equivalente desde el lado de la klipá. La aprehensión del Mesías por las naciones desde el ÜRAöÜ Tiféret de la klipá se vincularía, entre otras consideraciones, con la adopción del domingo o “dia del Sol” como jornada de culto, pues Tiféret estaría alegóricamente relacionado con dicha luminaria.

Resulta significativa la afirmación: “Y desnudándole”, lo que vendría a insinuarnos como las naciones “desvistieron” al Mesías de Sus verdaderas “prendas de santidad”, esto es, la forma en como Él se revelaba al mundo desde la santidad de la Torá de Israel (56), para “revestirlo” de su propia percepción de divinidad desde el lado del paganismo sincretista.

A pesar de todo, la obra expiatoria del Mesías no quedó disminuida ni en un ápice, como nos ilustraría lo siguiente: “Después que Le crucificaron, repartieron entre sí Sus vestidos echando suertes para que se cumpliera lo dicho por el profeta (Salmos/Tehilim 22:18): […] Sobre mi ropa echaron suertes” (Mateo/Matai 27:35). “Suertes”, en hebreo îRàG goral, lo que nos retrotrae a este otro: “Suerte (îRàG goral), una para el Eterno y suerte (îRàG goral), una para Azazel” (Levítico/Vayikrá 16:8). La primera ofrenda era un ÜAêç jatat (sacrificio por el pecado), mientras que la segunda era presentada viva (ëç jai) ante el Eterno como expiación, para ser despeñada posteriormente en el desierto a “Azazel”. Ambas víctimas nos aportarían elementos del gran misterio que supone la expiación del pecado (véase del mismo autor Camino de Redención 3:2), el sacrificio “ÜAêç jatat” nos recuerda una gran realidad espiritual, que “el Mesías fue muerto por nuestros pecados” (1 Corintios 15:3) y la segunda ofrenda, sin duda mucho más difícil de entender, nos retrotrae a otros aspectos espirituales inherentes al sacrificio de Yeshúa Quien “había de padecer fuera de las puerta” (Hebreos/Ibrim 13:12) (57). De ello aprendemos que fueron las “vestiduras originales”, como metáfora del perfecto  propósito divino para la salvación del mundo, las que actuaron aquel día en aras de la expiación del pecado.

El tercer elemento, llamado “Báculo en Su mano derecha”: OëÄë~HNÙ Kané yamim (Mateo/Mateo 27:29), nos llevaría necesariamente al âæç Jésed-gracia de la klipá, pues dicha sefirá es identificada con la “mano derecha”, IëÄë yamín (véase Zohar Yitró 81a) (58), como versa: “Hay derecha arriba, en la Santidad suprema, y hay derecha abajo, en relación con el otro lado(Zohar Ki Tisá 194b). Este hecho estaría asociado con la percepción distorsionada de la revelación mesiánica en lo que respecta a dicho atributo, como nos ilustra lo siguiente: “Como algunos, cuya condenación es justa, afirman (falsamente) que nosotros decimos: Hagamos males para que vengan vienes” (Romanos 3:8). Esta klipá estaría también vinculada a una serie de relaciones prohibidas, como nos ilustra el versículo: “Si un hombre tomare a su hermana […] esto será detestable” (Levítico/Vayikrá 20:17). Y la palabra que aquí traducimos como “detestable” es “âSç jésed (59).

Sobre el “báculo”, precisamente, hallamos una enseñanza de los sabios que, en este contexto, alcanzaría el rango de verdadera profecía, como versa: “Y el báculo que se entregará en tu mano será el Árbol de la Vida, (la letra) Vav, que es el hijo de Ya (en referencia a Z”a). Y se cumplirá en ti (Salmos/Tehilim 55:23): «No dejará para siempre caído al Tsadik» (Zohar Mishpatim 115a).

El báculo (HNÙ kané), que es el “Árbol de la Vida” (Oëëçä JE Ets hajáyim) simbolizaría aquí a ese otro JE Ets, como versa: “Quien llevó Él mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero (JE Ets) (1
Pedro/Shimón Kefa 2:24), relacionándolo de nuevo con la letra à vav, siendo llamado aquí “Hijo de Ya” lo cual alude a A”Z Zeir Anpín como metáfora de la labor mediadora del Mesías hecho hombre, como ya se explicó. Pero “el Tsadik”, el Siervo sufriente del Eterno, Aquel que “fue humillado hasta lo sumo”, no permanecería “para siempre caído” pues Dios “le otorgó un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Yeshúa se doble toda rodilla de los que están en los Cielos, en la tierra y debajo de la tierra” (Filipénses 2:9 y 10), sea pronto y en nuestros días (60), Amén.

IsaacBenaor

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